Propone: Pepe
Comenta: Víctor
Un amigo mío, crítico muy perspicaz, sostiene a propósito de esta "Senderos de gloria" (Stanley Kubrick, 1957) que su estética reprime la expresividad de sus personajes. Por ejemplo, recordemos uno de sus grandes momentos, la escena de la ejecución de los supuestos cobardes: gran espectáculo que mi amigo contrapone a los fusilamientos casi clandestinos de los pobres Giovanni y Oreste en "La gran guerra", película italiana de 1959. Por no mencionar la secuencia del consejo de guerra, paradigma para él del interés arquitectónico de Kubrick por la puesta en escena, que con sus amplitudes y distancias terminaría por sofocar la historia, que perdería así interés a consecuencia de su (de Kubrick) exceso de carpintería.
Si bien puedo estar de acuerdo --y no creo que esto pueda discutirse mucho-- en cuanto a la preocupación de este realizador por sus puestas en escena, creo que en este caso no perjudican a una historia que es transversal, que transcurre en varios "planos" (o "registros", si se prefiere), que no se agota en un simple "mostrar". La escena del fusilamiento, aunque tiene lugar en un espacio abierto, no es por ello tan fría o distante: vemos cómo uno de de los reos, que hasta entonces se mantenía entero, se derrumba; y conscientemente o no estamos pendientes del comportamiento --humano, demasiado humano-- que el teniente Roget tendrá con aquél a quien ha condenado de modo completamente arbitrario a ser ejecutado para borrar todo rastro de su propia cobardía ("¿Quieres la venda?", atinará finalmente a preguntarle).
El carácter aparentemente ostentoso de la película se justifica en mi opinión precisamente por la necesidad de mantener una "distancia" que no es resultado de excesos, sino más bien incluso necesaria para la narración (o mejor, exposición) de Kubrick. Todo lo que sigue hasta el final del presente comentario proviene del libro "Stanley Kubrick", de Norman Kagan (1), que me parece sumamente recomendable y clarificador. En adelante me limito a seleccionar de ese texto, cosa que seguro agradeceréis. Pero antes quiero recordar lo que alguien comentó en el coloquio, a saber, que tenemos la sensación de que cada personaje sostiene un punto de vista que podemos compartir: incluso cuando el general Broulard habla del infantilismo de las tropas, sus afirmaciones parecen tener algo de verdad. Escribe Kagan que el general Broulard se revela como lo que el novelista George Mandel llama un «super realista», un héroe despiadado perteneciente al mundo oscuro e incierto en que la mayoría de las cuestiones, como el ataque, nunca pueden realmente resolverse, un mundo que el noble Dax no quiere aceptar. Si la vida del soldado, la de cada uno de nosotros, es en el fondo una conspiración, como sugiere Kubrick, sólo el General Broulard es lo suficientemente astuto, retorcido y poderoso como para hacer que la suya triunfe.
Sigue diciendo Kagan que la película es compleja, con ideas «embutidas» dentro de un sentido de la vida. Tomando por ejemplo la escena final, cuando Dax, a la entrada del bar donde sus hombres corean la canción de la campesina alemana, les permite unos minutos más de esparcimiento. Irónicamente Dax no puede hacer nada más para ayudarlos ni para ayudarse a sí mismo, ya que es ahora uno de ellos, predestinado y controlado: la gran guerra y el enemigo terrible no son sino otro fraude, una conspiración más.
Según el mismo autor, los temas de Kubrick están presentes con toda su fuerza:
Los mundos imaginarios. Mireau y Broulard viven en un mundo de ambición y vanagloria desmesuradas. Los hombres de las trincheras se ven a sí mismos como seres pasivos que sólo pueden seguir a sus líderes a través de un universo-matadero. El condenado «valiente» se da cuenta demasiado tarde de su autoengaño.
La inutilidad de la inteligencia, los fallos de los sentimientos. El Cabo Paris es más sagaz que Roget, débil y alcohólico, pero éste lo destruye. Dax, reflexivo y con recursos, no puede salvar a sus hombres. El orgullo y la presunción de Mireau le llevan a dar unas órdenes histéricas a los artilleros que acarrean el fin de su carrera militar. El idealismo de Dax y su sed de justicia lo conducen a la misma ruina. El floreciente Broulard vive de acuerdo con el poder, no con las ideas o sentimientos.
La dualidad asesino-suicida. Mireau mata a los tres hombres, además de a otros muchos, y amenaza a Dax con arruinar su carrera militar, pero su comportamiento histérico engendra el arma que le destruirá. Dax inicia el proceso de caída de Mireau, pero arruina su propia carrera al descubrir a Broulard sus verdaderos sentimientos.
Odisea hacia la libertad. El Coronel Dax lleva a cabo una odisea intelectual: va descubriendo la verdad acerca de sus superiores, de cómo y por qué se hace realmente la guerra, y del significado y consecuencias que tienen sus convicciones en este contexto.
El héroe obsesionado. Se recordará que el Coronel Dax tomó parte en el ataque a la Colina de las Hormigas porque el General Mireau le amenazó con apartarle de sus hombres. Dax, obsesionado por su lealtad hacia ellos, se afana en todo momento para hacerles justicia y quedarse a su lado. Esta obsesión le lleva a destruir su futuro de oficial, pero se deduce claramente de la última escena que le han permitido seguir en su puesto, posiblemente para morir avanzando con sus hombres en otro ataque «glorioso».
La película, filmada en blanco y negro, cuenta con una entusiasta actuación de Kirk Douglas, mantiene un ritmo demoledor desde el comienzo, y en mi opinión estamos ante la más demoledora película antimilitarista de la historia del cine (aunque no las he visto todas, eso es cierto)
(1) "Stanley Kubrick", Lumen, 1976.
3 comentarios:
No la he visto, pero me ha gustado mucho el comentario de la peli. Lo mejor de ver pelis así, es poder verlas con amigos y en un ambiente cálido...en mi caso, el hecho de saber de la existencia de esta peli, se lo tengo que agradecer al cine club Golfa.
piter
El tándem Kubrick - Douglas funciona bastante bien.
La "hybris" griega, la soberbia de Mireau, manifestada desde la primera escena, vaticina su final.
Me parece muy ilustrativo el nombre de la colina a conquistar: la colina de las hormigas; me parece que muestra lo que somos y la ambición Dr las guerras.
La Primera Guerra Mundial fue una guerra absurda con millones de muertos que fueron carne de cañón para unos mandos que veían a sus soldados como piezas de un tablero de ajedrez y sacrificables para lograr sus objetivos. No es casual la caída de los zares en Rusia durante esta guerra por una revolución comunista. Creo que son cosas que están presentes en la película que habla de lo absurdo de las guerras y deja en ridículo lo que algunos consideran como hazañas bélicas.
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