Propone: Pepe
Comenta: Rubén
Y dijo Dios: “Hágase la comedia”, y nació
Lubitsch.
Porque para reír no hace falta leer el
manuscrito que trata sobre la comedia de Aristóteles, no; para reír simplemente
hay que ver una película de este director, considerado como el padre de la
comedia sofisticada, cualquier título sirve. Y nosotros, cinéfilos incansables,
disfrutamos de Ninotchka por gentileza de Pepe.
Quizá no sea la más divertida de las cintas
de este director, pero junto a Ser o no ser forma un tándem de crítica a
los sistemas totalitarios, la una a la extinta Unión Soviética, y la otra al
megalómano y sangriento régimen nazi. Y con el mérito de haber sido filmadas
ambas en un ambiente hostil, pues la primera es del año 1939 en un clímax
prebélico y el segundo título de 1943, en plena Segunda Guerra Mundial. Por
cierto, de Ser o no ser Mel Brooks realizó un remake en el año
1983 casi igual de divertido.
Lubitsch fue un mago de las escenas intuidas,
de dejar a nuestra imaginación lo que la cámara no muestra, de metáforas
complejas pero simples a la par para que todos podamos encontrar la relación y
todo esto lo hizo intentando burlar la censura de su época. Y lo consigue y nos
hace reír por lo que vemos y por lo que no vemos, por lo que sabemos y por lo
que deducimos, por sus brillantes diálogos y por su humor atemporal en la
mayoría de sus películas.
Y hablando del héroe abandonamos la historia,
vayamos a ella. De Ninotchka ya hemos escrito que es una película de
Ernst Lubitsch, filmada en el año 1939 y que constituye una crítica al sistema
comunista, no habíamos dicho todavía que en su guión participo Billy Wilder.
Narra la historia de unas joyas pertenecientes a la Gran Duquesa que el gobierno
soviético quiere recuperar para, con su venta, intentar sanear un poco la
maltrecha economía y comprar un par de tractores con los que arar los campos
soviéticos y alimentar a la población. Para este fin, se envían a Paris a tres
representantes del gobierno de Moscú con la intención de recuperarlas, pero al
no tener éxito ni informes de la transacción, acaban enviando a la agente
especial Ninotchka, interpretada por Greta Garbo. No hay noticias porque los
tres primeros han caído en las cálidas manos del capitalismo, en la dulzura del
libre comercio, en la gracia del lujo, entregados a los placeres por el novio
de la Gran Duquesa, el Conde d’Algou, interpretado por Melvyn Douglas, que
conocerá a la fría Ninotchka, comunista convencida, calculadora y pragmática,
enviada especialmente para conocer qué ha pasado, y de quien se enamorará sin
saber quién es.
Entonces, poco a poco, la fría rusa acabará
cayendo en las manos del sistema occidental encarnado por un aristócrata para
mayor oposición narrativa, pues todos conocemos la opinión del comunismo sobre
la nobleza.
Y qué guapa está la Garbo cuando ríe.
Por cierto, para saber más sobre Lubitsch, he aquí un pequeño documento de RTVE:
4 comentarios:
Repasando su filmografía, he visto que ésta fue la penúltima película de la Garbo. Es inevitable la frase de "Garbo ríe" para promocionarla porque su protagonista se distinguía por hacer dramones, con mayúsculas: Ana Karenina, La dama de las camelias, La reina Cristina de Suecia. La Garbo fue una de las pocas estrellas del cine mudo que supo reciclarse cuando llegó el sonoro. Su última peli fue La mujer de dos caras. Con 36 años se retiró del cine y de la vida pública, lo que ayudaría a reforzar su leyenda y el misterio de su vida. Murió a los 85 años en 1990.
P. D.: Quizá esto sea deformación profesional pero ¿no hay titular para el cometario?
Pues lo había, yo lo titulé: "Hágase la comedia".
Ya está arreglado el título. Bonito comentario, Rubén! La verdad es que es una película encantadora, pero tienes razón en que la acogida fue un poco sosa. Igual no era el día.
¿Alguien se animará a traer algún día "El bazar de las sorpresas" o "Ser o no ser"? Hi, myself!!
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