Comenta: José Antonio
Si se hiciera una
encuesta sobre las más famosas películas griegas de la historia del cine,
seguro que más de uno metía dentro de su lista "Zorba el griego" y
"Mi gran boda griega". Ninguna de las dos, lo es. Son americanas o
más bien, la versión que tienen los americanos sobre los griegos. Me refiero a
los actuales claro, para ver la visión que tenían sobre los de la antigüedad
mejor cogerse un combo de palomitas y ver "300", que tampoco es una
película griega. Todo este rodeo viene para hablar de una peli que sí que es
griega y que supuso el estreno de Rubén en nuestro Cineclub. Como algunos ya
habrán adivinado, estoy hablando de "Nunca en domingo".
"Nunca en
domingo" es una película del año 1960, cuatro años anterior a "Zorba
el griego", y dirigida por Jules Dassin. Dassin es un cineasta
norteamericano que tuvo que exiliarse de su país durante la Caza de Brujas por
ser comunista, un pecado más grave que ser griego hoy en nuestra solidaria
Europa del Estado del Bienestar. Su protagonista es Melina Mercouri, actriz
griega, que fue la musa del director y quien la dirigió en la mayoría de las
pelis de su carrera. "Nunca en domingo" es como "Irma la
Dulce" o "Pigmalión", pero con sabor un poco más Mediterráneo.
Aunque está ambientada en el Pireo, la zona rezuma una atmósfera que nos lleva
a títulos como "Calabuch" o "Cinema Paradiso". Eso sí,
aunque es una peli interesante, no llega a la altura de los títulos citados.
Jules Dassin interpreta a un intelectual y escritor norteamericano que llega al
Puerto del Pireo buscando las causas de la decadencia de la Grecia clásica. Su
nombre es Homer, que mucho me temo que no tiene nada que ver con Los Simpsons,
sino seguramente con otro escritor griego de la antigüedad clásica llamado
Homero. Allí quedará deslumbrado por una prostituta llamada Ilya que tiene
enamorado a todo el mundo. Una mujer independiente, que elige con quien se va a
la cama y que su visión de las cosas tiene encandilados a todos. Para Ilya,
sólo hay una norma que es fundamental y sagrada, el domingo es su día de
descanso y por tanto su mito de la caverna cierra por vacaciones. Nuestro
intelectual ve en ella el símbolo de la decadencia griega y se propone la tarea
de "salvarla" a través de la educación para que ella tenga opción a
abandonar su profesión.
Ilya vivía feliz en
su mundo pensando que los clásicos del teatro griego eran historias de amor con
final feliz, sin entender muy bien lo que quería decir, pero al fin y al cabo
eran su manera de disfrazar su realidad y hacerla más llevadera. Homer piensa
aplicar sobre ella el mito de la caverna. Brindarle un mundo de cultura y
sabiduría, en el que ella verá la luz y la verdad resplandecerá por si sola.
Sin embargo, lo único que descubre Ilya es qué es lo que realmente quiere decir
la palabra "tragedia griega". Y es que enseñar a una persona en la
situación de ella, lo cruda que es la realidad, no ayudará mucho a que ella sea
feliz. Homer pensaba que deslumbraría a todos con sus profundos conocimientos
culturales y al final son estas gentes a las que él consideraba como
mentalmente inferiores las que le acaban cambiando. La cultura y el
conocimiento no siempre sirven para cambiar las cosas, es la moraleja de la
película. También que no se puede intentar domar a un animal salvaje. Después
de pasar por el tamiz de la sabiduría, todo es como mucho más crudo. Menos mal
que no entraba en sus planes explicar qué es el existencialismo.
Homer fracasó
y ahora 50 años después nosotros intentamos salvar a los griegos. Pero no con
cultura, sino con dinero. Que al fin y al cabo, la cultura es una cosa que te
bajas gratis de Internet. Por cierto, Melina Mercouri fue ministra de Cultura
de su país, así que algo debió de aprender.
POST DATA: Problema
matemático. Si el Golfa empezó en 2005, Jules Dassin murió en 2008 y Rubén
debutó en el cineclub con esta peli en 2010: ¿Cuántos años le quedan para
obtener el carné?