viernes, 25 de enero de 2008

Hoy toca apocalipsis

Como podéis imaginar por el título de esta noticia, hoy no vamos a comentar precisamente una comedia romántica. Aún diré más, con esta peli cierra Laura con el apocalipsis una trilogía que empezaba con la muerte y seguía con la decadencia. La trilogía del buen rollo, podríamos llamarlo.


Bueno, al grano. El tiempo del lobo es la película que nos ocupa. El director es el austríaco afincado en Francia Michael Haneke, del que ya vimos en el club la fantástica Funny Games. En este caso nos presenta de nuevo a una familia de clase media de una sociedad occidental cualquiera a la que de repente se le desmorona todo su universo. No quiero contar más porque la película, aunque no juega la baza del suspense, sí mantiene cierto desasosiego en el hecho de no dejarnos nunca saber del todo qué ha ocurrido.

La película toma su título de la mitología germánica, en la que “el tiempo del lobo” es el momento anterior al fin del mundo, en el que reina el caos y se derrumban las más altas torres. Un tiempo en el que los valores se dan la vuelta y la lucha por la supervivencia es lo único que realmente importa.

Haneke no da ninguna concesión al espectador, como podría ser plegarse a las convenciones de un género determinado. La película empieza y acaba de forma abrupta, es seca y descarnada. No toma partido por nadie ni por nada, se limita a mostrarnos a estos personajes perdidos a los que les han arrebatado de golpe todo lo que daban por sentado y que no se paran a reflexionar porque bastante tienen con adaptarse a la nueva situación.

Por cierto, aunque siempre hace lo posible para que no se le note, ya que (supuestamente) su cine huye del manierismo formal y de cualquier rastro de esteticismo, en estas imágenes podéis vislumbrar lo bien que se maneja Haneke con el formato panorámico.


martes, 15 de enero de 2008

La habitación verde


Como mi otro yo (el que es todo lo que yo querría ser, etc..) se me ha adelantado y ha comentado El club de la lucha, me toca a mi comentar la película que programó Iván.

Se trata de La Habitación Verde. Como bien sabéis, no me gusta despotricar sobre las películas que no triunfan en el club, pero he de decir que nunca un gran nombre de la historia del cine me ha decepcionado tanto como este François Truffaut. Se supone que es una reflexión sobre la manera de enfrentarnos al dolor de la muerte de nuestros seres queridos, una crítica a la obsesión de nuestra sociedad por ocultar el duelo, por obviar el dolor, pero también a los que se regodean en el dolor hasta el punto de no permitirse seguir con sus vidas. Todo este batiburrillo se convierte en una película confusa, enfermiza y carente de la sensibilidad que se le presupone a una historia sobre un hombre traumatizado por haber perdido a su mujer y a todos sus amigos en la primera guerra mundial. Podría haber dado mucho más de sí (como promete el potente inicio, la discusión con el sacerdote, etc), pero al final se queda en nada o casi nada.

Por favor, que alguien me diga qué películas de Truffaut tengo que ver para descubrir al gran maestro que dicen que es. Yo, por ahora, no lo he encontrado.

Sigo buscando con ahínco y entusiasmo.

lunes, 14 de enero de 2008

El club de la lucha

Que no el club de la ducha, y no lo digo por el jabón. De momento, ningún miembro de nuestro querido GOLFA necesita ninguno de los dos.

La película que nos ocupa está basada en una novela de Chuck Palahniuk, dirigida por David Fincher e interpretada por Edward Norton, Brad Pitt y Helena Bonham Carter. Todo empieza con un señor cuyo insomnio degenera en una esquizofrenia paranoide, y ahí es donde conoce a la persona que le gustaría ser: inmoral, transgresor y Brad Pitt. Evidentemente, a mi a veces también me gustaría ser como Brad Pitt, sobre todo por Angelina Jolie.

Entre el protagonista y Brad Pitt fundan una secta destructiva en la que se dedican a darse de ostias entre ellos y sus acólitos llamada "El club de la lucha". Como toda secta, tienen sus mandamientos:

1-No hablar del club de lucha.
2-Que ningún socio hable del club de lucha.
3-Si alguien dice basta, flaquea o desfallece, el combate se acaba.
4-Sólo luchan dos hombres.
5-Sólo habrá una pelea cada vez.
6-Ni camisas, ni zapatos.
7-Las peleas durarán el tiempo que sea necesario.
8-Si ésta es vuestra primera noche en el club de lucha, tenéis que pelear.

Respecto a las críticas recibidas por la película, me sorprende el contraste entre la mojigatería y memez de casi todas las pretendidas "críticas serias" con la vehemencia de las críticas que consideran esta una película de culto.

Un muestra de crítica seria sería esta:
"Su contundencia y radicalidad levantó ampollas" (Jordi Batlle Caminal: La Vanguardia)
"Pretenciosa gilipollez (...) Todo resulta un disparate con pretensiones de gran espectáculo" (Carlos Boyero: Diario El Mundo)
"De todos es sabida la predilección de Fincher por la violencia. Pero en esta ocasión se ha pasado. El filme es un puro despropósito, un canto fascista al salvajismo" (Fernando Morales: Diario El País).

De las otras no hace falta que señale alguna porque son muy obvias.

Por lo que a mi respecta, la película me parece bastante lograda, con grandes frases (he encontrado hasta una web dedicada a expresiones de la película) y que te va sorprendiendo casi fotograma a fotograma.

¡¡¡¡¡SE LLAMA ROBERT PAULSON!!!!!

martes, 8 de enero de 2008

Doce hombres sin piedad


Y David nos trajo su segunda película, y no tuvo piedad de nosotros.
Pero la verdad es que se lo agradecemos, porque nos trajo una obra maestra del cine, dirigida por Sidney Lumet, protagonizada por Henry Fonda en 1957, y basada en una obra de teatro escrita por Reginald Rose. La atmósfera que consigue crear el cineasta nos transporta a un estrecho escenario donde el calor asfixiante se mezcla con la tensión de los miembros de un jurado que debe decidir sobre un acusado de asesinato, y cuyo nerviosismo contrasta con la tranquilidad con la que uno de los miembros reflexiona sobre los datos aportados en el juicio, sobre esas supuestas pruebas irrefutables que a priori se mostraban definitivas, pero que a la larga, no lo fueron. Cada miembro del jurado parece "de su padre y de su madre", es decir, en ellos se reflejan varios estereotipos de la sociedad de la época, que bien podían pasar por estereotipos de la nuestra: desde el frívolo aficionado al béisbol al meticuloso contable, pasando por el padre frustrado y el anciano facha lleno de prejuicios.
Después de la proyección, comenzó un animado debate sobre el sistema judicial: ¿juez o jurado popular? Cuestión sobre la que cada golfo expuso su opinión inicial y después se trató de hacer como en la película: convencerlos uno a uno para que pasasen al otro lado. No fue tarea fácil, y no lo conseguimos, entre otras cosas, porque no era cuestión de que nos diesen ahí las uvas, que camino llevábamos. O más bien, por la hora, podían habernos dado el café con leche y churros del desayuno. Menos mal que se impuso la sensatez y la obligación laboral del día siguiente y nos fuimos todos a casa a eso de la 1 y media de la madrugada.
De lo que pasó en el camino a casa podemos hablar otro día o generar otro debate.

Campanadas a medianoche

En su última propuesta a concurso, José Antonio nos trajo esta obra del genial Orson Welles. Adaptación en plan remix de varias obras de William Shakespeare, en este caso se centra en el personaje de Jack Falstaff, un orondo caballero mujeriego, pendenciero y bebedor; y sin embargo Orson Welles se refirió a él diciendo que era de los pocos personajes de sus películas de los que se podía decir sin ambajes que era "un hombre bueno". La película nos cuenta la amistad entre este pícaro (más cercano a nuestra tradición literaria que a la anglosajona) y el príncipe de Gales, y la evolución de este último de juerguista petimetre a enérgico monarca.



La película está rodada en España, y es de producción Hispano-Suiza, y es que Orson Welles tuvo, después de su deslumbrante debut con Ciudadano Kane, una carrera muy difícil en la que abundan los films inacabados, los proyectos frustrados y las películas mutiladas por las tijeras de los censores y los productores. Y a pesar de todo ello, siempre hay en sus películas una especie de fuerza, unas gotas de genialidad que las hacen especiales. De ello dan buena cuenta estas Campanadas a Medianoche, de la que dicen que ha influido en multitud de cineastas, sobre todo por la forma tan eficaz y económica de rodar la batalla, en la que unos pocos caballos y soldados revolcándose en el barro nos muestran toda la épica y atrocidad del momento. A eso se le llama conseguir mucho con muy poco.



Dicen por la red que podemos ver esta influencia de la que hablábamos en el Bravehearth de Gibson, o en el Enrique V de Kenneth Brannagh. Quizás podamos comprobarlo muy pronto, ya que José Antonio dice que con la película de Welles da comienzo a una trilogía Shakespeariana. Expentantes nos hallamos.