Comenta: José Antonio
Cuando llega el momento de comentar una peli de la que se ha escrito hasta la saciedad, siempre sufro cierto bloqueo intentando buscar la inspiración para que la aportación al blog no sean los cuatro tópicos de siempre. Como esa epifanía no termina de llegar, vamos a comentar la peli y por lo menos que sea lo más dignamente posible. Hoy le toca el turno a "El día de la bestia", película de Alex de la Iglesia que Pepe tuvo a bien traernos en las pasadas navidades. Una elección totalmente intencional en plena época de villancicos e hipócritas deseos de felicidad y buenos sentimientos para todos. Si no me hubiera estancado, el comentario hubiera caído en Semana Santa y así seguirían los símiles religiosos, pero ha sido fallo mío. Si vale de algo diré que lo estoy escribiendo el día de la Santa Faz.
"El día de la bestia" era el título que consagró a Álex de la Iglesia como director, a pesar de que se trató de su segunda película, y también lanzó al estrellato a Santiago Segura. El argumento es de sobra conocido: un sacerdote descubre que va a nacer el Anticristo esas navidades en Madrid y empieza su cruzada para evitar la llegada del Apocalipsis. Una comedia trepidante en la que su director intentaba hacer un cine alejado de los topicazos del séptimo arte hispano de los ochenta con todas esas historias que sólo hablaban de la Guerra Civil hasta hartar al personal o repetitivas comedias de enredo (también hay honrosas excepciones, pero es es lo que son, excepciones). "Vengo a hacer películas que odien los críticos", vino a decir Álex de la Iglesia cuando estrenó su primera película, "Acción Mutante". Toda una carta de presentación y una declaración de intenciones de lo que iba a ser su carrera. A los críticos claro, no les hizo mucha gracia el comentario y le recibieron con la escopeta cargada en aquella primera obra. Sin embargo, con "El día de la bestia" cayeron rendidos a sus pies. "El día de la bestia" es uno de los títulos clave del cine español de los 90 y sus diálogos no tienen desperdicio.
A pesar de la evidente tradición católica de este país, una de las claves para ver la película no está en la Bibilia, sino en otro libro que es todo un referente en la historia de la literatura española: Don Quijote de la Mancha. El sacerdote es un hombre que se ha pasado la vida entre libros de teología y acaba perdiendo la razón. Como el insigne caballero de La Mancha sale por Madrid con su sotana y su txapela para desfacer entuertos, donde acaba estableciéndose en una pensión como base de operaciones. Donde uno veía gigantes en vez de molinos de viento, aquí uno ve señales bíblicas por todos lados. Cuando uno se ha pasado la vida en el monasterio entre libros, queda desconcertado al enfrentarse a la realidad. Las discotecas son templos de Satán, la chica de la pensión es una persona virginal, mientras grupos de niños bien se dedican a ir apaleando por la calle a mendigos y otra gente a la que consideran indigna de Madrid. Por cierto, una España en la que estaba a punto de llegar el PP al poder tras más de doce años de gobiernos socialistas de Felipe González. ¿Habría alguna metáfora con el satánico personajillo que iba a nacer en las Torres Kio? La cadena de televisión en la que trabaja el vidente recuerda a aquella primeriza Tele 5. No era la cadena todavía del Gran Hermano y Belén Esteban, sino la pantalla amiga, la tele de las mamma-chicho.
En su cruzada, nuestro sacerdote reclutará a dos escuderos que serán sus particulares Sancho Panza. Uno es José Mari, el personaje interpretado por Santiago Segura: "Sí señor. Satánico y de Carabanchel". José Mari es un personaje mucho menos escéptico que el Sancho de Cervantes, ya que cree ciegamente en todo lo que le dice el cura. El otro escudero es un vidente de gran éxito televisivo, el Profesor Cavan, a quien la pareja protagonista acaba secuestrando para que les enseñe cómo se invoca al diablo. Este vidente cumplirá el papel de escéptico pero a medida que avanza la historia acaba creyendo en la causa de sus captores. Los dos se convertirán en los guías del sacerdote en su cruzada para enfrentarse al horror de la realidad cotidiana de Madrid. Los tres además acabarán convertidos en una especie de tres nuevos Reyes Magos que se preparan a ir al portal de Belén con sus presentes para la venida de la bestia.
En el Cineclub el debate estuvo centrado en si lo que había pasado era una historia real o delirios de los protagonistas. Creo que ya he dejado bastante clara cuál era mi opinión. Ahora iré dando otros argumentos, para reforzar lo que quiero decir. En primer lugar, se trata de una comedia, pero no una comedia romántica de Meg Ryan o Julia Roberts, es una comedia con muy mala baba, en la que se cachondea de la religión y del Anticristo. En la película hay un par de escenas que pueden dar a entender que el demonio está detrás de todo. Una enorme cruz de piedra que aplasta a un sacerdote cuando nuestro protagonista le revela que va a nacer el Anticristo; y un técnico de televisión que muere electrocutado cuando el vidente anuncia en directo el próximo nacimiento del demonio. Son escenas que recuerdan a películas como La profecía y por eso tendemos a pensar que si el accidente ocurre es porque Satanás está detrás. Pero no hay más que ver la historia que nos están contando para ver que se trata de meros accidentes o de burlas a las escenas de ese tipo de pelis satánicas. En cuanto a las apariciones del demonio, hay que recordar que los personajes se han puesto hasta arriba de tripis para hacer el ritual de invocación. De hecho, en el final de la película (aviso de SPOILER) el grupo con el que se supone que va el diablo acaba matando al niño que supuestamente era el Anticristo que iba a nacer esa noche. No es que sea una incoherencia argumental. Es que todo lo que hemos visto son los desvaríos de un loco. Tanto enfrentarnos con el mal y el demonio y querer purificar el mundo, cuando lo cierto es que a lo mejor ya estamos viviendo en el infierno. Un mundo en el que todos optan por cerrar los ojos e ignorar las realidades que nos desagradan y seguimos cantando villancicos y haciendo regalitos a nuestros seres queridos, pensando que somos buenas personas. Y no nos vamos a poner hablar ahora de "los Mercados". Y es que en el fondo, el infierno está sobrevalorado. Tenía que decirlo.
P. D.: A Álex de la Iglesia intentaron ficharlo en Hollywood tras esta película y llegaron a barajarle para el cuarto Alien. Al final acabó dirigiendo Perdita Durango, una interpretación muy diferente al universo de Barry Gifford que el que le dio David Lynch en Corazón Salvaje.