jueves, 28 de enero de 2010

Una de conejos


Propone: Laura
Comenta: Pepe
Si os gustaron Quién engañó a Roger Rabbit, El invisible Harvey, Inland Empire o incluso Space Jam, sois unos auténticos amantes del cine de conejos. También si os gustaron El fontanero, su mujer y otras cosas de meter o Vacaciones de verano con un pepino en la mano. Pero en este segundo caso sois unos cochinos y este no es vuestro comentario, ni Donnie Darko vuestra película. Digo lo de peli de conejos porque me cuesta encasillar en un género esta pequeña obra maestra del indie americano que nos trajo Laura, porque es cine de adolescentes atormentados, comedia de instituto, ciencia ficción, thriller con toques filosóficos, drama familiar, y un largo etcétera, como diría José Luis Moreno después de decir que un artista ha sido número uno en San Marino, Lichtenstein,…y un largo etcétera.


La película es del año 2001 y está ambientada en 1988, en un típico suburbio americano, uno de esos sitios donde todo parece idílico de puertas para afuera pero siniestro y malsano de puertas para adentro. Es año electoral y Donnie Darko y su familia discuten de política durante la cena. Pero algo no va bien, hay una especie de tensión acumulada en el ambiente. Algo más tarde a Donnie se le aparece un conejo gigante con cara de malo, que sin embargo le salva de morir aplastado por la turbina de un avión que se estrella en su cuarto, y claro, a partir de ahí la trama enloquece y a medida que avanza se complica más y más, añadiendo gota a gota todos los géneros de los que hablábamos antes (y un largo etcétera) de referencias cruzadas, de citas cinéfilas y homenajes literarios, yendo de Graham Green a Nitsche, pasando, y quedándose un ratito, por el universo de David Lynch.

En síntesis, la película juega con el rollo de los viajes en el tiempo y sus consecuencias, y por supuesto su carácter paradójico, cosa que está presente siempre que un personaje de cualquier relato se salta la continuidad del tiempo. Por tanto, su explicación aquí sería algo liosa y además abierta a interpretaciones por parte de cada espectador, que generará su propia hipótesis, su solución particular. Así pues, no os aburriré con la mía, y si queréis, a un tiro de google tenéis todas las que queráis, incluida una especie de explicación del propio director que a mi, todo sea dicho, no me ha aclarado mucho, ni me ha aportado nada.

Y además creo que no es el propósito de la película que nos devanemos los sesos buscando una explicación perfectamente lógica desde un punto de vista narrativo tradicional. Muy al contrario, yo creo que la mezcla de la paradoja y la locura es el carácter de la película, lo que define a esta historia, pero también lo que define la vida. Como en las pelis de Lynch, las realidades paralelas parecen a veces más reales que la realidad a secas. La mejor ciencia ficción es la que nos habla de nuestro mundo a través de la metáfora de una hipótesis de futuro. ¿Es Donnie Darko el ejemplo de cómo el cine de conejos es capaz de hacer lo mismo? Yo creo que sí.
Y él también.

lunes, 25 de enero de 2010

Alguien está jugando con alguien, a alguien se le va a separar el alma del cuerpo...

Propone: Laura
Comenta: Juli

Y precisamente no son el mismo.
Como piezas de ajedrez en un tablero cúbico despiertan seis personas.

Alguien está jugando al cubo de Rubik con ese tablero y con sus vidas: las casillas, todas ellas cúbicas a su vez, se mueven. Nadie sabe donde están, ni siquiera al principio saben que los cubos se mueven. Ni que tienen trampas mortales.
Debe haber una salida, pero ¿cómo hallarla? La película transcurre con los protagonistas intentando descifrar el cubo y el por qué y por quién de las cosas. Laura de nuevo nos trae otra buena película de pensar.


Los seis personajes son totalmente contrapuestos y nadie es lo que parece:
-Alderson, aparece en escena y se muere. Bueno, he sido demasiado generalista con la afirmación anterior, este tío sí es lo que parece: un cadáver, y por él descubren que los cubos se mueven. Es como el monopoly, lo descubren, se van tomando siempre la misma dirección, y de repente se encuentran de nuevo en la casilla de salida.

-Quentin, el policía que demuestra autoridad y liderazgo, no es sino un psicópata violento en su vida cotidiana, un personaje atormentado que poco a poco irá mostrando sus peores instintos.
-Rennes, el escapista profesional fugado de siete cárceles, su propia soberbia es su perdición.
-Worth, un arquitecto que ayudó a diseñar el cubo, pero no sabe ni para qué ni para quién, ni dónde se hizo. Es un tipo griiiiiiis.
-Leaven, una joven estudiante de matemáticas, más sosa que una sopa de palomitas. Da con la clave numérica que les lleva a entender el funcionamiento/movimiento de los cubos.
-Kazan, un autista que es capaz de efectuar operaciones matemáticas con sorprendente rapidez y efectividad.
-Holloway: médica vocacional, gracias a ella, no dejan de lado a Kazan. Su afán por desentrañar las conspiraciones universales no consigue revelarnos quién mató a Kennedy.

Para la reflexión:
Estás tranquilamente en tu casa, abres la nevera, coges un yogur Hacendado y antes de abrir la tapa te desvaneces. De repente despiertas en una habitación totalmente cúbica con paneles de colores luminosos que proporcionan una agradable luz indirecta, y trampillas en el centro de cada uno de los lados. Ahora... ¡Sobrevive!

miércoles, 20 de enero de 2010

“Una sola cosa puede lograr que el alma sea completa y esa cosa es el amor.”

Propone: Amalia
Comenta: Luis



El lector es un filme que puede resultar incómodo al espectador -complicado, a veces- al tratar temas como la justicia, la culpabilidad y la comprensión en la Alemania de posguerra. Estos son precisamente los dos temas principales de la películas. ¿Pero cual de los temas es el principal y cual el secundario?
Michael Berg, estudiante de secundaria, tropieza por casualidad con Hanna Schmitz, una mujer veinte años mayor que él. Ambos comienzan una tórrida relación en la que Michael pone el sentimiento y Hanna la sexualidad. La pérdida da la inocencia de Michael se produce cuando una mañana Hanna, de la que apenas tiene datos personales, desaparece sin dejar rastro.

Habiendo servido de incentivo a Michael en la lectura al pedirle que le leyera todo tipo de literatura Hanna, indirectamente, propicia que Michael se refugie en sus estudios. Ya en la universidad -Michael se ha decidido por estudiar derecho-, en una clase práctica asistiendo a un juicio real con su profesor y compañeros de clase, Michael se reencuentra, nuevamente por azar, con Hanna. Este reencuentro no sólo remueve viejas cicatrices, sino que abre un complicado abanico de sentimientos enfrentados, pues Hanna se sienta en el banquillo de los acusados por crímenes de guerra, cometidos antes incluso de haber conocido a Michael, cuando prestaba servicio a las SS durante la Segunda guerra Mundial.
El dilema de Michael, y el de la película, se establece cuando Hanna es acorralada por sus compañeras de banquillo, que testifican que ella sola habría decidido la suerte de un grupo de judíos a su cargo, que habrían fallecido al no ser auxiliados cuando se encontraban encerrados en un recinto que arde pasto de las llamas. La prueba que determina esta responsabilidad es un informe escrito, supuestamente, por el puño y letra de la propia Hanna. El espectador ya sabe que esto no es posible, pues ciertos momentos de la relación entre Michael y Hanna nos dan a entender que no sabe leer ni escribir. Michael realiza entonces el ejercicio mental de recordar esos mismos momentos, que el director ilumina con breves retrospecciones internas para espectadores descuidados, llegando a la misma conclusión que el espectador: Hanna no sabe leer ni escribir. Hanna no es responsable de la muerte de esas personas, como atestiguan sus compañeras. Sí es culpable de no haberles prestado auxilio, de omisión de socorro, igual que sus compañeras. Sin embargo, Hanna siente más vergüenza de que le tilden de analfabeta que de asesina, por lo que asume su destino como asesina.

¿Qué debe hacer Michael? Si testifica que Hanna no escribió ese informe porque no sabe leer ni escribir, probablemente, no evite que se libre de su castigo, pues abiertamente había confesado ser la carcelera, al igual que sus compañeras, de ese grupo de judíos, simplemente mitigará el castigo, propósito que sí consiguen las compañeras de Hanna teniendo la misma responsabilidad en los hechos que esta. Si no testifica, la pena de Hanna servirá para expiar una deuda contraída con la única superviviente de aquel genocidio pero, ¿porqué tiene que pagar ella y no sus compañeras, cuando sabemos que ella es la única que, indiscutiblemente, no pudo escribir ese informe?
Se plantea en este momento el tema de la justicia. Los compañeros de clase de Michael debaten sobre la suerte de las acusadas, las posiciones son opuestas. Florece la culpabilidad por ser alemanes, por pertenecer al mismo pueblo que permitió aquellos hechos tan desagradables, sintiéndose igualmente responsables. Uno de sus compañeros aboga por cortar por lo sano, hubiera preferido que se hubieran suicidado todos los alemanes. Mas Michael está más interesado en comprender. Comprender lo que hizo Hanna en un momento concreto, en unas circunstancias dadas. El propio Stephen Daldry utiliza el apóstrofe cuando Hanna contesta a la acusación con una pregunta “¿qué habría hecho usted?”, una pregunta que va dirigida al espectador, ¿qué habrías hecho si estuvieras en el lugar de Hanna? Obviamente no se debe contestar a esa pregunta a la ligera, uno debe ponerse en el lugar en el que ella estaba, los años cuarenta, un régimen totalitario que había alcanzado legítimamente el poder, un entorno social que, sorprendentemente, justificaba el genocidio de una raza inferior con el beneplácito aparente de sus ciudadanos, un genocidio que no encontraba oposición en ningún país extranjero. Nadie que dijera esto no se hace, hasta que terminó la guerra y nadie se explicaba cómo había sucedido... Es fácil perder el sentido de la justicia en este entorno. Particularmente cuando eres analfabeta.

Sin embargo, no considero el tema central de la película la justicia ni la culpabilidad. Si nos fijamos sobre el título del filme, El lector, encontramos nuestra respuesta. Un título que funciona como antonomasia. ¿Quien es el lector? Michael. ¿Es la lectura su oficio, su profesión? No ¿Para quien lee? Única y exclusivamente para Hanna, luego Michael sólo es lector en función de Hanna. Por extensión todo lo que él es en la película lo es en función de ella. Todas las relaciones que Michael mantiene en el relato están contaminadas por el recuerdo de Hanna, por el trauma de que ella le abandone, primero, por no haberla ayudado después. ¿Es importante para Michael la relación con su familia? No, sólo le importa su relación con Hanna. ¿Es importante para Michael su relación con otras mujeres? No, sólo sirven para, sin éxito, intentar olvidar a Hanna. ¿Es importante la relación con su hija? No, porque sigue atrapado por el sentimiento de culpa por no haber intercedido por la persona a la que más ha amado. Aunque sea una asesina, aunque sea una analfabeta, Hanna es la mujer que ama.
Si prestamos atención al punto de vista del relato llegaremos a la misma conclusión. Michael es quien nos cuenta la historia. Desde el presente volvemos al pasado, a su pasado, no al de ella. A lo largo de varios racontos Michael intenta comprender todo lo sucedido, el momento en que conoce a Hanna, el momento en que inicia esa relación, la ruptura -en ciertos momentos Stephen Daldry acude a la ironía dramática, pues Michael desconoce el motivo por el que Hanna desaparece, nosotros no-, el juicio, la cárcel -la de ella en el interior, la de él en el exterior-, la expiación del propio Michael, al sentirse culpable de que Hanna esté en la cárcel convirtiéndose en lector por segunda vez, a través de las grabaciones que le envía a la cárcel... Estos retornos al pasado únicamente se ofrecen desde el punto de vista de Michael, nunca desde Hanna. Hanna relata cómo sucedieron los hechos con el recinto ardiendo, la superviviente alumbra cómo era Hanna en sus tiempos de carcelera, su comportamiento, sus hábitos, su afición a que le leyeran, pero nunca se ilustra en imágenes, nunca volvemos al pasado de Hanna- Toda la atención se centra sobre Michael, sobre sus decisiones, sobre sus sentimientos.
Michael es el protagonista del relato y el tema principal se desdarrolla a travñes de su búsqueda personal por entender a Hanna. Considero la culpabilidad del pueblo alemán como un tema secundario siendo, además, una proyección de su propia culpabilidad ante la pena que cumple Hanna. El tema de la justicia manifiesta más una denuncia del sistema, pues lo más probable es que, al igual que Hanna cumple una condena por algo de lo que realmente no fue más responsable que el resto de sus compañeras -cumpliendo estas penas mucho menores que la suya. La premisa parece querer indicar que los verdaderos artífices del genocidio y la sinrazón de la Segunda Guerra Mundial no se hayan sentado en el banquillo de los acusados, todavía, y hayan pagado, como suele decirse, justos por pecadores.
En una ocasión, durante el juicio, Michael se decide a visitar a Hanna a la cárcel, mas en el último momento da media vuelta dejando plantada a Hanna en la sala de visitas. Quizás si hubiera hablado con ella en ese momento no hubiera arrastrado ese trauma durante toda su vida. Quizás si hubiera hablado con ella en ese momento hubiera asimilado que pagara la culpa de sus compañeras. Quizás si hubiera hablado con ella en ese momento habría descargado sobre ella la responsabilidad de testificar o no en su favor.
El final de la película, con Michael ante la tumba de Hanna, dispuesto a contarle a su hija la historia que nosotros acabamos de presenciar, sirve para que entendamos que Michael, tras haber hablado con las dos partes, con Hanna y con la hija de la superviviente, consigue perdonarse a sí mismo y reconciliarse con ella. Al cerrarse la cicatriz, Michael se reconcilia también con su presente, representando en ese momento en lo único que le queda: su hija. El futuro. Una nueva generación que no guarda ese sentimiento de culpa que conserva la de Michael. Hanna descansa en paz en un lugar, evidentemente, escogido por Michael, cerrando así la película en una estructura circular que vuelve a comenzar y que, intuimos, será contada desde una perspectiva más tranquila, más serena. Sin trauma. Sin rencor. Sin dolor.

Luis M. Álvarez

lunes, 18 de enero de 2010

Benigni es bello

Propone: Nando
Comenta: Juli
El otro día vi una película en versión original donde Roberto Benigni salía hablando. Tengo que decir que gana mucho cuando lo doblan en castellano: ya no tiene esa voz tan asquerosa y cansina, y mira que doblado también es cansino, pero no tanto.
Sin embargo hoy no toca hablar de eso. Hoy toca hablar de que este señor sobreactuado, entre pesaduzo e histriónico, una mezcla de Woody Allen y Jim Carrey donde coge lo peor de ambos, hizo una película buena, ganadora de tres Oscars y varios premios en festivales. Incluso uno de los Oscars fue para él mismo (mejor actor).

La verdad sea dicha, la película es una fábula romántica que destila grandes dosis de ternura paterno-filial en el escenario desgarrador de un campo de concentración y exterminio de la Alemania nazi, donde es conducida la familia protagonista. Allí Guido (Roberto Benigni) se las ingenia para hacer creer a su hijo de cuatro o cinco años que todo es un juego, de manera que no descubra él la horrible la realidad en que están inmersos y puedan salir airosos del trato de sus carceleros.
También son muy entrañables los momentos en que Guido se vale de alguna treta para conseguir comunicarse con su mujer y arrancarle una sonrisa.


La película consigue un delicado equilibrio entre el horror de la inhumanidad de la matanza nazi y la ternura de un amor paternal. Estamos ante una cinta que consigue hacerte reír y hacerte llorar, incluso en la misma escena, y que mantiene el ritmo de la historia desde que empieza hasta que acaba.
En definitiva, buena elección para una noche de Golfa.

martes, 12 de enero de 2010

Remember: Recuerdos de quita y pon

Propone: Laura
Comenta: José Antonio

Creo que fue Victor Hugo en Los Miserables quien se refería al amor como un hilo invisible que une los corazones de dos personas. Si uno de los dos amantes intenta arrancar ese hilo, le arrancará el pecho causándole un gran agujero y un vacío difícil de llenar. Hay que esperar a que el tiempo debilite esos hilos para poder arrancarlos sin sufrir ningún daño. Pero ¿y si hubiera un método para evitar toda esa fase de espera antes de poder arrancarse los hilos? Algo instantáneo que nos hiciera olvidar a la persona que nos ha roto el corazón, sin sufrimiento alguno. Esta era la hipótesis que nos planteaba “Olvídate de mí” una de las primeras películas que Laura trajo al Golfa. Ahora que la lista de espera de películas a comentar ha bajado un poco, vamos a aprovechar para recuperar la sección Remember.

El chico es Jim Carrey, muy alejado de sus papeles de histriónico a los que nos tiene acostumbrados, y ella es Kate Winslet. Ella ha acudido a una empresa que borra recuerdos, para olvidarse de la relación que ha tenido con él que pasa por sus momentos más bajos. Jim Carrey decide hacer lo mismo que ella. En principio parece una buena idea para acabar con todo ese sufrimiento que no le deja vivir. Pero empezamos a ver lo que sucede dentro de su mente, mientras el borrado actúa de manera implacable. La máquina no sólo elimina los recuerdos tristes y amargos. También los más felices. Porque son los momentos de felicidad los que causan ese dolor, dolor porque ya nunca volverán. Dentro de la mente de Carrey, la pareja tratará de ponerse a salvo de la eliminación. Los momentos más felices se niegan a ser suprimidos. Hay una cierta angustia de saber que no se despedirá de ella, pero ¿qué sentido hay de preocuparse por una persona que para ti nunca ha existido? Entre tanto hay otro personaje, un trabajador de la empresa, que usa los recuerdos más felices de Kate Winslet para tratar de abrirse paso en su corazón.

Y luego queda la gran pregunta: Una vez que los dos han borrado todos sus recuerdos del otro, ¿si volvieran verse de nuevo, se enamorarían otra vez?

La película no está narrada de una manera lineal. El juego con los recuerdos permite ir saltando adelante y detrás en el tiempo, mientras vamos componiendo el puzzle de lo que ha sido la historia de amor de la pareja.

El artífice de todo esto es la pluma de Charlie Kaufman, guionista que escribió “Cómo ser John Malkovich”. Una historia de chico conoce chica, chico pierde a chica y chico se reconcilia con chica, pero que aquí está contado de una manera tan original que parece que es una historia nueva.


sábado, 9 de enero de 2010

El oeste ya no es lo que era

Propone: Juli
Comenta: Jose Antonio


Un Yojimbo es un samurai que vende sus servicios al mejor postor. Con semejante definición vemos que nuestro protagonista no es el clásico héroe de las películas de vaqueros. Hablamos, cómo no, de “Por un puñado de dólares”, película que nos trajo Julián a los Golfa. Protagonizada por Clint Eastwood y dirigida por Sergio Leone es una adaptación de Yojimbo de Akira Kurosawa.
En la película japonesa, a una aldea en la que dos familias luchan por el control del territorio llega un samurai ofreciendo su talento a los dos clanes rivales. La acción en esta versión se traslada al oeste, donde el samurai es un pistolero encarnado por Clint Eastwood. Uno de los clanes de la ciudad comercia con armas, el otro con alcohol. Las pistolas de Eastwood pueden decantar el transcurso de la guerra a favor de un bando o del otro, en función del que apoye. Dicen que el guión se escribió en apenas dos semanas, aunque no es de extrañar ya que sigue muy fielmente la historia de su predecesora. Tan fielmente que Kurosawa les llevó a los tribunales exigiendo el pago de los derechos de autor. Y Leone además perdió el pleito y tuvo que pagar.. Si hubiera sido Dersu Uzala, nuestros protagonistas hubieran encontrado a un abuelete que les enseñaría las maravillas de vivir en los bosques de Canadá. Pero aquí la acción se traslada al lejano oeste.

Sin embargo, sería injusto considerar esta película como una mera copia, porque no se limita a copiar, hasta el punto de que contribuyó a abrir nuevos caminos a un género como es el western. Películas como ésta y las de Peckínpah mostrarom un salvaje oeste que ya no era el lugar idílico donde vivir aventuras. Sucio, peligroso y unos héroes y unos villanos que no lo eran tanto.
Nada más empezar “Por un puñado de dólares” vemos cómo un niño es golpeado mientras el “héroe” bebe agua impasible en un pozo sin mover un dedo para defenderlo.
El implacable pistolero que interpreta Eastwood es una persona que no tiene conciencia ni principios. Juega con los dos bandos y sólo intenta sacar su propio provecho. Dado que los dos clanes rivales no son unos angelitos, le redime el hecho de que les manipule de una manera tan descarada. Finalmente, Eastwood acabará librando al pueblo de la tiranía que les oprime, como un ángel exterminador, haciendo que el cementerio se les quede pequeño.
Hay que destacar la música de Ennio Morriconne que es una seña tan identificativa de este tipo de películas como la presencia de Eastwood con su poncho, su barba de cuatro días y los escupitajos del tabaco de mascar. De todas maneras, he de reconocer que el tema principal que suena en los psicodélicos títulos de crédito era una de las partituras que menos conocía de este compositor.


“Por un puñado de dólares” inauguró el spaghetti western y abre lo que se le ha dado en llamar La trilogía del dólar, que no es que sea una saga que continúe sino que son películas del oeste dirigidas por Leone y protagonizadas por Clint Eastwood.
En cuanto a Yojimbo, tuvo una tercera versión más en los años 90 dirigida por Walter Hill y protagonizada por Bruce Willis. La acción se trasladaba a la guerra entre bandas de gángsters en los años 30. Esta vez sí se pagaron los derechos de autor.

martes, 5 de enero de 2010

El nuevo caso del inspector Sellers

Propone: José Antonio

Comenta: Juli

Recuerdo un día en que José Antonio nos sorprendió con una comedia hilarante del siempre divertido cómico Peter Sellers. La obra en cuestión no era otra que El nuevo caso del Inspector Clouseau.

A la sombra del gran éxito de Blake Edwards que supuso su película La Pantera Rosa, surgieron hasta cinco obras cuyo protagonista era el personaje interpretado por este señor, el inspector Clouseau, y este film fue el segundo de la saga.

Resulta que el inspector Clouseau es un policía extremadamente torpe, que se dedica a sacar de quicio a todo el mundo con sus malabarismos involuntarios y catastróficos. Su jefe lo aborrece profundamente y quiere hundirlo a toda costa, pero por casualidad, y cómo no, por acudir al trabajo un día que le tocaba estar de guardia, le toca hacerse cargo de un caso de asesinato en casa de un señor rico de Paris. Un caso importante.


Ahí conoce al personaje que interpreta la espectacular Elke Sommer, y le pasa como a mí, que se enamora de ella perdidamente.


-¿Cómo alguien puede pensar que esta criatura sea culpable? ¡Angelico! -se pregunta Clouseau durante toda la película-. Que la encuentren con el cadáver a sus pies sujetando el arma del crimen después de discutir con el presunto muerto, y sin haber ella visto a nadie cerca matándolo, es una mera casualidad. ¡Sigámosla para ver si el asesino va a por ella también y así lo pillamos!

Con esta lógica aplastante y con un rosario de cadáveres que van apareciendo alrededor de la bella protagonista, y cuyo nuevo estado acaece a su paso, se suceden los gags y las torpezas de Clouseau en esta obra maestra del cine “splastik”.


El vídeo que acompaño a continuación es de aquellas maravillosas aventuras de dibujos animados del inspector Clouseau y su inseparable Totó que amenizaban las tardes veraniegas de mi niñez junto a la pantera Rosa.

Como ejercicio para resolver en los comentarios al post, propongo que encontréis las similitudes de este video con las películas de la saga La Pantera Rosa y el Inspector Clouseau. Podéis llevaros una sorpresa.