viernes, 21 de mayo de 2010

Maestros Artesanos

Propone: Juli
Comenta: Pepe
No eran artistas, o al menos no pretendían serlo. Pero tenían talento y oficio. Dominaban los resortes de su profesión, doblegaban las técnicas para conseguir llegar donde necesitaban y si no inventaban nuevas formas. Tenían el gusto por la obra bien hecha, por un acabado sin fisuras, y les gustaba gustar. Trabajaban en equipo, en taller, fueron reconocidos por su maestría y algunos ganaron mucho dinero.

Esta especie de definición se ajustaría a lo que solemos denominar “artesano”, un término que aquí me gustaría desprender de cualquier matiz peyorativo. Pensad que en sus respectivas épocas se podría haber incluido en esta definición, o en alguna de sus proposiciones, a figuras del calibre de Miguel Ángel, Rembrandt, Lope de Vega, Mozart. Y también a Hawks, Ford, Hitchcock, Spielberg,…
Todo esto me venía a la cabeza al pensar en La gran Evasión, porque en realidad la película trata de unos auténticos artesanos de las fugas, que intentan lograr la excelencia en su terreno, y además está hecha por auténticos y excelentes artesanos de la cosa esta del cine. Este film emblemático del cine de aventuras que nos trajo Julián, como no podía ser de otra manera, nos hizo pasar un muy buen rato. Y es que está hecha para eso. Y lo consigue, que no es poco.
No es necesario recordar que La gran evasión cuenta la fuga masiva de prisioneros aliados de un campo nazi durante la Segunda Guerra Mundial, abarcando desde la cuidadosa planificación y las tentativas frustradas a un seguimiento de los presos después del intento final. La película es larga, pero no aburre, porque tiene todos los ingredientes de una obra clásica bien hecha: un guión sólido, con progresión dramática, buen ritmo, personajes bien dibujados; una cuidada puesta en escena, a cargo del director Jonh Sturges; unas interpretaciones solventes de carácter coral; una música pegadiza fácil de silbar; algún momento memorable que ya es Historia del cine, como los botes de la pelotita de Steve McQueen en la celda de castigo…En resumen, una unión de talentos puestos al servicio de contar una historia, entretener al público y llenar los cines. Sin más pretensiones, pero con buenos resultados. Pura artesanía, pero de la buena.

lunes, 17 de mayo de 2010

Criaturicos del Señor

Propone: Iván
Comenta: Juli

¿Quién se iba a imaginar, en aquella noche Golfa, que cuando llegó Iván con una película con un título tan estrafalario como "El hijo de Rambow", íbamos a pasar un rato tan divertido?

Pongámonos en situación. Una persona normal va al videoclub, a la fnac, no digamos ya al cine, y se encuentra con una película con este título. Al azar coge el Dvd y mira la carátula, que es el cartel que aparece en este post. ¿Tú que pensarías? Te voy a decir lo que pensaría yo: Esto debe ser una infantilada insulsa realmente insufrible y llena de niños repelentes. Y así fue como aquella noche Golfa, nos dispusimos a ver ese "a priori" Ivanazo.


Con esa disposición en que esperábamos una deposición, comenzó la película. Las sonrisas dieron paso a las risas, y estas a su vez a los aplausos en el momento en que se encendieron las luces y se iluminó la sala. La verdad es que fue todo un descubrimiento y una gozada de película. Sigue así, Iván, estás en el buen camino.



La película es una peli de niños, que no para niños, que van a la escuela y juegan a ser cineastas. Los protagonistas son dos chavales conflictivos, uno por su educación reprimida y el otro por la dejadez y abandono de sus padres, que se encuentran y logran complementarse, forjando así su amistad. En medio, los demás niños, revueltos por el intercambio con chicos de una escuela de Francia, donde el chaval marginado allí, se convierte en una especie de estrella e icono de la moda en su nuevo destino.


En resumen, ver esta película es una especie de retorno al pasado para la gente de mi generación, cuya niñez-adolescencia transcurrió en esa década de vestuarios horteras que fue los 80, que es la época en que transcurre la historia, con las continuas alusiones a Rambo y Stallone, y con una banda sonora que siempre es grato evocar.

miércoles, 5 de mayo de 2010

A polemizar!

Dada la escasa acogida de los dos últimos post publicados en este presunto cinefórum, batiendo los récords negativos de comentarios, he decidido dar un nuevo enfoque en esta nueva entrada que, amigo lector, estás leyendo.
Y, ¿qué película he escogido para ello?
Te toca, Virginia, hablaremos de Tideland.

Propone: Virginia
Comenta: Juli


La verdad es que esta obra de Terry Gillian, que vimos en un escenario distinto al habitual en los Golfa, es una obra bastante interesante. Te puede gustar o no gustar, pero no te dejará indeferente.

A Jeff Bridges le gusta hacer ese tipo de personajes marginales como "el Nota" de El Gran Leboswki, y es precisamente ese tipo de papeles los que suele bordar. En Tideland lo tenemos de yonqui fracasado y soñador padre de una niña, Jeliza-Rose, que representa una Alicia posmoderna en el país de las Maravillas en 2D, que en vez de sombrereros, conejos y demás fauna habladora, tiene cabezas de muñecas con las que vive en su mundo de fantasía. Un mundo que no es sino una evasión a su día a día con unos padres que jamás debieron obtener el carnet de paternidad, y que viven su realidad con las drogas con una naturalidad que llega al extremo de enseñarle a su propia hija a suministrarles la droga para sus "viajes". Porque su madre también es yonqui, la sorprendentemente nada sexy Jennifer Tilly, y eso que sale con un salto de cama que en cualquier otro momento resaltaría su voluptuosidad.


La película es la historia de la niña, que interpreta Jodelle Ferland. En su realidad vive con sus padres politoxicómanos, y ante la muerte de su madre, huye con el padre a la casa de su difunta abuela. Después una sobredosis de este hace que se quede huérfana del todo, aunque en su fantasía, ella cree que su papá sigue en su "viaje".
"Viaje": 7. m. jerg. Estado resultante de haberse administrado una droga alucinógena. (diccionario de la R.A.E.)
En la destartalada mansión familiar la niña juega con sus cabezas-muñeca y fantasea con sus vecinos, a los que les falta un herbor.
Ahora que lo pienso, en esta película hay más locos que en Alguien voló sobre el Nido del cuco, pero aquí no creo que nadie se cuestione la bondad o maldad de los personajes. Incluso, diría que el procentaje de locos es el más alto de todas las películas de Terry Gillian, pues aquí se llega al ciento por cien.


Moraleja: si eres un puto drogadicto, lo mejor es que te esterilicen antes de tener niños con una asquerosa yonqui, porque si no es así, vuestros descendientes estarán zumbados ya desde pequeñitos.