martes, 20 de septiembre de 2011

Amor acústico

Propone: Virginia
Comenta: José Antonio

Cuando Virginia nos trajo al Cineclub "Once", yo todavía andaba conmocionado por haber vuelto a revisitar "Vértigo". La película de Hitchcock es uno de esos clásicos que a cada visionado gana más y en el que siempre se ven cosas nuevas. Así que como resultado de esa impresión no dejaba de ver cosas comunes entre ambas pelis, a pesar de que son obras que no tienen nada que ver la una con la otra. Por ello, he decidido poner en este comentario algunas de las pajas mentales que me hice cuando terminé de verla. Habrá quien esté de acuerdo con lo que diga, otros que no, pero por lo menos nos evitamos hacer el típico texto con todos los topicazos y lugares comunes. De todas maneras, como algunas cosas son inevitables, vamos a dar los datos de rigor. "Once" es una película irlandesa del año 2006. Se trata de un musical intimista y con una banda sonora intensa, que atrapa y que deja muy buen sabor de boca. No hay grandes estrellas, ni coreografías espectaculares. Sólo buena música, de la que sale de dentro del corazón.


Glen Hansrad es un músico callejero que también trabaja ayudando a su padre en una tienda de reparación de aspiradoras. En las calles de Dublin canta sus versiones de temas conocidos, pero por las noches y a solas le gusta tocar sus propias canciones en las que habla de la chica que perdió y que se ha ido a vivir a Londres. Pronto conoce a Marketa, una inmigrante checa, madre soltera, que vende flores en la calle, a la que también le gusta hacer sus pinitos en la música y que se convierte en su mayor fan. Entre ambos surge el proyecto común de unir sus talentos para grabar un disco y con el que él pueda reconquistarla gracias a la fuerza de sus canciones. En el proceso creativo, se despertará entre ellos la chispa del amor.


No voy a contar el argumento de "Vértigo" porque no es la peli que toca, pero sí diré que es la historia de un hombre que se enamora de una persona que no existe. Pero la pregunta es ¿ama realmente el personaje de James a Stewart a Kim Novak? ¿Cuánto de lo que él ama es real, o es una idealización de cómo espera que sea la otra persona? Interesantes cuestiones ¿no? Pues ya llegamos al punto en común con "Once". ¿Está realmente enamorados Glen y Marketa, o simplemente aman de la idea de querer a otro y sufrir por él? La tristeza y la infelicidad que les dan estos sentimientos son precisamente el motor que les hace funcionar creativamente. Mientras Glen y Marketa sigan siendo infelices, tendrán acceso a las musas que les inspiran para crear su arte. Cuando acaba la peli, todo parece que Glenn va a recuperar a su chica, pero ha acabado enamorándose de otra. La semilla de la infelicidad persiste y por tanto ambos pueden seguir creando música. ¿Será verdad eso de que cuanto más atormentado esté el artista, mejor será su obra?

La banda sonora de "Vértigo" también es muy buena pero salvo eso, no tiene nada en común con la de "Once". ¿Alguien se atreve a hacer las comparaciones? Por cierto la canciñon "Falling slowly" ganó el Oscar a la Mejor Canción. Y eso es todo. Comentad, malditos.

martes, 13 de septiembre de 2011

Este muerto está muy vivo


Propone: Altea

Comenta: Pepe


El pasado mes de febrero, en plena polémica sobre la ley Sinde y la salida de Álex de la Iglesia de la Presidencia de la Acedemia, la cineasta catalana Isabel Coixet publicó un artículo en el diario El País que bajo el título si estás muerto, ¿por qué bailas? ofrecía una interesante reflexión sobre las nuevas formas de enfrentarnos, como espectadores, al cine; el ocaso de una forma de entender el cine como un acto litúrgico y fetichista; el advenimiento de nuevas maneras más apegadas a la cotidianidad, que desdibujan las fronteras entre el cineasta y el espectador, por el abaratamiento brutal de la tecnología para hacer y los medios para distribuir la obra, cualquier obra, audiovisual: una especie de cine 2.0.


Lo que venía a decir Coixet es que aunque la industria cinematográfica se esté yendo al garete, poco más o menos, nunca se ha visto ni se ha producido tanto material audiovisual como en nuestros días y que, aunque el momento es de incertidumbre, el cine, como la energía, ni se crea ni se destruye, solo se transforma. “Porque aunque el cine haya muerto, los cineastas vamos a seguir bailando. Es el único favor que podemos ofrecer a los espectadores. Ojalá aún estén dispuestos a bailar con nosotros”, concluía.



En la película de Stephen Gondry que hoy nos ocupa hay algo de todo eso, o así me pareció, al menos, cuando la vimos en el Cine Club Golfa propuesta por Altea. La cosa va de un videoclub en decadencia y de un incidente que hace que por error se borren todas sus cintas. Un grupo de auténticos y entrañables frikis, que bien podrían haber salido del seven eleven de Clerks, deciden que la única forma de salvar el negocio es ponerse ellos mismos a rellenar esas cintas rodando de nuevo las películas con una vieja cámara VHS. Y de ese planteamiento nace esta película llena de situaciones hilarantes, y con el puntito de emoción final que debe tener toda buena comedia. Los actores están muy bien (incluso a los detractores de Jack Black les resulta más soportable en esta película) y del talento de Gondry para perpetrar secuencias llenas de imaginación no necesitaréis que os diga nada si lleváis en esto del cineclub lo suficiente como para haber visto Olvídate de mi.


Be kind rewind es una festiva celebración del cine como entretenimiento que aúna la nostalgia por los viejos modos de los que hablábamos antes y el puro placer que supone coger una cámara, ponerse a contar una historia y acabar compartiéndola con el mundo. Es una película que nos habla de la pasión por el cine desde la comedia disparatada y que lo reivindica como divertimento, no solo para los que lo ven, sino también para los que lo hacen. Una invitación a salir a bailar, a volver a la vieja complicidad entre los espectadores y los cineastas, y a traspasar la línea que separa a los unos de los otros. La conclusión que me dejó Be kind rewind es que no importa como sean los soportes, los medios con los que se hacen o se consumen las películas: mientras haya alguien pensando historias en imágenes, o divirtiéndose o apasionándose en un lado o en el otro de la cámara, este muerto que dicen que es el cine estará muy vivo. Optimista que estoy hoy.

Como curiosidad añadiré que esta película ha generado todo un nuevo género: las películas suecadas. Estad atentos, porque algún que otro miembro de este nuestro cineclub está empeñado en organizar el primer festival internacional de las mismas. Seguiremos informando. Para los que no sepáis de qué estoy hablando, aquí os dejo un ejemplo sacado de la propia película:


martes, 6 de septiembre de 2011

Los vampiros regresan a México




Propone: Iván
Comenta: José Antonio


En una reciente rueda de prensa, el director Guillermo del Toro rompía una lanza por el vampiro tradicional como un ser despiadado, frente al vampiro que está sentado en un rincón llorando porque lleva muchos años solo. Apostaba por el nomuerto implacable que siente empatía cero por sus víctimas y es un fiero depredador. En definitiva, reivindicaba la figura clásica del monstruo en esta era de Crepúspulos y productos similares, donde los vampiros han pasado a ser elfos guaperas atormentados. Quizá en los intentos de algunos cineastas por humanizar a estos extraños seres, han hecho que los monstruos pierdan su esencia. Son tan humanos, que se han olvidado de ser monstruos. Todo este rollo viene al hilo de presentar otra de las propuestas de Iván para esta temporada del Cineclub Golfa: Cronos de Guillermo del Toro.



El género de vampiros y de terror ha sido muy popular en México. En este país se han producido muchísimas películas de este tipo de cine fantástico. El hecho de que estos productos tuvieran una distribución garantizada para todas las pantallas del entorno hispano hizo que la Universal lanzara en los años 30 su propia versión latina de Drácula, rodada en castellano con actores hispanos. Para algunos esta versión hispana mejora incluso la versión norteamericana de Bela Lugosi. Personalmente, me parecen la misma película, pero con distintos actores. El éxito de este Drácula hizo proliferar el cine de vampiros en este país, que alcanzó una gran acogida en taquilla. El género llegó a vivir una época de oro entre los años 50 y 60, periodo en el que se llegaron a rodar algunas de las mejores cintas. Este cine no se limitaba a aplicar los clichés de la novela de Bram Stoker, sino que enriquecía el mito con aportaciones autóctonas, que van desde las pirámides aztecas y las haciendas coloniales, mezclado con elementos de lo más bizarro como científicos locos y marcianos. La fórmula daba lugar a títulos que iban desde la comedia al horror e incluso con una de las grandes aficiones del país: la lucha libre. Entre estos últimos hubo un personaje llamado Santo, leyenda de la lucha libre mexicana, que protagonizó su propia serie en la que se enfrentaba con vampiros, momias, marcianos y zombies, que llegó a protagonizar más de 50 películas. Vamos, ni James Bond. Películas de limitados presupuestos y con mucha imaginación, aunque algunas eran infames, que marcaron la infancia de futuros cineastas. Al igual que Ed Wood dejó su huella en Tim Burton, que le rindió homenaje con una de sus mejores películas. El género entró en decadencia en los 70 y en los años 90 dos directores lograron que recuperara el lustre perdido y recordaran al mundo que el cine de terror también existe en México, aunque en la actualidad ambos se hayan establecido en Estados Unidos. Hablamos de Guillermo del Toro y de Robert Rodriguez. De este último, su aportación fue "Abierto hasta el amanecer" y del primero, la peli que ahora nos ocupa "Cronos".

Cronos fue la primera obra para la gran pantalla de de Guillermo del Toro y está protagonizada por Federico Luppi. Del Toro llegó a hipotecar todo su patrimonio para tratar de sacarla adelante, una apuesta arriesgada que le salió bien porque le permitió que se le abrieran las puertas de Hollywood. El título se encuentra en el listado de las 100 mejores películas rodadas en México. Cuenta la historia de un anticuario que accidentalmente encuentra un extraño artefacto diseñado siglos atrás por un alquimista y que contiene el secreto para lograr la vida eterna. El objeto es codiciado también por un millonario norteamericano, enfermo terminal, que encarga al gorila de su sobrino la misión de recuperarlo a toda costa. El sobrino es otro conocido de Guillermo del Toro, ya que está encarnado por Ron Perlman, el protagonista de las dos partes de Hellboy. "Cuidado con lo que deseas, porque podrías conseguirlo", es una máxima que se aplica a esta historia. Lo que se suponía que sería una gran hallazgo, es en realidad una maldición. Para conseguir la vida eterna hay que alimentarse de sangre humana. La película narra cómo el entrañable abuelito se convierte en una bestia feroz que tiene que matar para saciar su sed. Supone un nuevo punto de vista sobre el vampirismo, una actualización del mito en la sociedad actual. Cronos es una ópera prima que adelanta cuáles van a ser las obsesiones y temas favoritos de este director. Del Toro volvió a tocar el tema de los vampiros en la segunda parte de Blade, el cazador de vampiros de la Marvel, y está inmerso en una trilogía de novelas sobre los chupadores de sangre y de la que se presentó hace un par de años la primera parte: "Nocturna".





El tiempo ha demostrado que Del Toro es un director con una imaginación desbordante a la hora de crear seres monstruosos y presentar mundos de fantasía. Una imaginación que se nutrió en su niñez de estas pelis, entre otras, que hoy nos pueden parecer cutres por sus evidentes limitaciones presupuestarias. Por ello, he querido romper una lanza por este género por descubrir en el que la falta de medios se suplía con imaginación. Y esperamos que Guillermo del Toro siga creando monstruos por muchos años. El cineasta logra una obra que va más allá de los localismos y que abre nuevas vías a los cineastas actuales para seguir profundizando dentro del mito.

Añadimos aquí el vídeo al que se hace referencia en los comentarios, que se nos escapó en la primera publicación. pedimos disculpas al autor por el error: