lunes, 29 de octubre de 2012

Polémica Golfa. Hoy: Daddy-O

Título: Daddy-O
Propone: Iván


PANTALONES DE CUELLO VUELTO

Comenta: Rubén



Solamente Iván era capaz de proyectar una película de serie B en el cineclub y que nos gustase (aunque Julián nos trajo La noche del demonio con resultados muy parecidos pero el Mito del Ivanazo tira mucho). Una película sin pretensiones, sin calidad, pero con todos los tópicos del cine de los cincuenta: moda rocker, persecuciones en coches y carreras al volante, tintes de novela negra venida a menos, bandas de rock o swing con trombones de vara y unos actores que llevan pantalones de cuello vuelto y actrices que caminan de puntillas con soberbio estilo. Pero todo dignamente armónico, eso sí; pues nadie destaca por grandes interpretaciones, el vestuario no es ostentoso, los decorados son sencillos... todo en su justa medida.

¿Y cuál fue semejante film capaz de cautivar los corazones hoscos del Golfa? Pues ni más ni menos que Daddy-“O”, película del año 1958, dirigida por Lou Place y protagonizada por el acordeonista (sí, sí, acordeonista) Dick Contino que interpreta (no sé si poner comillas) al camionero Phil Sandifer, quien se dedica a cantar con su banda en los ratos libres; y que acabará metido en unos turbios asuntos al margen de la ley y envuelto en el asesinato de su mejor amigo (otro topos koinos) que deberá investigar con la ayuda de la rubia explosiva de la película (ésa que camina de puntillas como si estuviera pisando uvas en el lagar), la que primero lo desprecia y luego lo ama, interpretada por Sandra Giles en el papel de Jana Ryan, si quiere el buen muchacho dejar de ser sospechoso. La trama se complica hasta que la película se dirime con una pelea tan absurda como forzada en el guión. No faltan, evidentemente, malos muy malos con cara de malos, secuaces gorilas sin cerebro y mafiosos al puro estilo de Las Vegas que necesitan chófer privado para sus envíos secretos.

 Material promocional de la película

Sin embargo la película tiene ese aire de serie B que te resulta entrañable desde el principio con esos créditos de inicio mientras una rueda de coche gira sobre el asfalto que ya auguran lo que luego ves pero que logró más éxito del esperado y así es recordada, por ejemplo, en Pulp Fiction, mediante el cartel de la película en el bar retro. No llega a ser considerada película de culto, pero tiene esa nostalgia de película que todos recuerdan.

Lo mejor de la película, sin duda la banda sonora que por cierto fue la primera de John Williams, toda ella salpica con notas del mejor swing cincuentón; y que como el protagonista es cantante y actúa con su grupo en varias ocasiones en el transcurso de la acción le viene muy bien a Williams, pues le permitió desarrollar una espléndida banda sonora y al espectador le sirve para deleitar su oído mientras descansan sus ojos.

Por cierto, la traducción de Daddy-O vendría a ser como el actual: colega o tío pero en los años cincuenta, y mucho más cooler, y actualmente sirve para el sensual “papito”. La película ha sido emitida en el programa MST3K (Mystery Science Theater 3000), una serie cómica de culto de la televisión americana donde un supuesto científico loco obliga a sus robots a ver las peores películas de la historia, y aquí os dejo el enlace para vuestro deleite: 




NI SIQUIERA LA PEOR

Comenta: José Antonio



Hay quienes dicen que hay películas que de tan malas que son se convierten en buenas, aunque la verdad no es una opinión que comparta. Creo que la falta de pretensiones en algunas películas a veces se agradece y su mayor virtud es disfrutar del arte de contar historias. Películas malas hay muchas, pero algunas de tan malas que son se han llegado a convertir en obras de culto. Es precisamente el caso de la peli del comentario de hoy: Daddy’O, que nos trajo Iván a nuestro cineclub.

 El prota, de profesión acordeonista

Poco hay que destaque de la peli, salvo que está tan mal contada que llega a provocar la hilaridad en algunos momentos. Secuencias mal montadas, diálogos supermanidos, situaciones absurdas, escenas de acción tan sosas que provocan el tedio. Sólo hay que destacar que fue la primera banda sonora compuesta por John Williams, hoy convertido en uno de los grandes músicos del séptimo arte. Daddy’O es una película de serie B de los años 50 destinada al público adolescente para su consumo preferentemente en autocines y creo que salida de la factoría de Roger Corman (el rey del cine de bajo presupuesto), aunque este tipo de cine siempre ha estado más asociado al terror y a la ciencia ficción.  Una trama policíaca mezclada con un poquito de rock and roll. Su protagonista es un camionero que es sus ratos libres es cantante y conductor de coches deportivos que se ve envuelto en una trama de crimen organizado. Ni su director, Lou Place, ni  la mayor parte de su reparto han tenido vida mucho más allá de este engendro. Una de las actrices protagonizó un año después “Adolescentes del Espacio Exterior” y hay un tal Jack McClure, cuyo apellido es sospechosamente parecido al de cierto actor de videos educativos que aparece en Los Simpsons.

En Ed Wood, Tim Burton nos contaba la biografía del que era considerado el peor director de la historia del cine. Alrededor de su figura, Burton lograba crear un universo propio, dando valor a una obra que por sí misma no tenía ninguno. En el caso de Daddy’O, su mediocridad ha hecho que se creen grupos de fans que se juntan para reírse de ella. Hay tiendas de ropa que han adoptado el nombre y que ofrecen prendas de los años 50. Personalmente, yo recomendaría antes otros títulos como “Rebelde sin causa” (por citar alguna obra maestra) o cualquiera de Elvis Presley (que aunque la carrera cinematográfica del rey  del rock no es ninguna maravilla, al menos tiene más interés que esto). Lou Place y su trouppe han creado una película tan mala que ni siquiera han conseguido que tenga el interés de ser la peor. Y lo dice alguien que sí ha padecido “Plan 9 del Espacio Exterior”.











lunes, 22 de octubre de 2012

Modelismo lunar

Propone: Laura
Comenta: Rubén




La Luna, la Selene griega. Nuestro satélite que tanto ha atraído la atención de fantasiosos, escritores y artistas se cuela una vez más por las rendijas del arte, del séptimo arte.
Mucho ha llovido desde que Luciano de Samósata (o Samosata) escribiera su Historia verdadera donde se narra el primer viaje a la Luna de la historia de la Humanidad y en el que se describe, con su ironía y gracia característica, cómo son y cómo viven los selenitas. Pero no fue el único caso en la literatura, basten a modo de ejemplo unas citas, pues en el Siglo XVII encontramos una verdadera eclosión literaria de este tema cuyo inicio nos lo proporciona Francis Godwin con su libro El hombre en la Luna o Discurso de un viaje de allá por Domingo González, el raudo mensajero, e incluso Cyrano de Bergerac escribió un libro titulado Historia cómica de los Estados e Imperios de la Luna. Finalmente, Julio Verne y su libro De la Tierra a la Luna inspiró a Georges Méliès para su película Viaje a la Luna, el primer film sobre el tema pero no el único pues volvió a abrir el cineasta francés una línea apasionante sobre el reino de Diana. Sin ir más lejos, la última película que se desarrolla allí es Moon, que data del año 2009, dirigida por Duncan Jones y con la que ganó varios premios y múltiples nominaciones.


Es muy difícil ver la película que ahora nos ocupa y no hacer un paralelismo, aunque sea pequeño, con 2001, Una odisea en el espacio, película que también se desarrolla en parte en nuestro satélite pues en Moon un único tripulante o habitante de una base lunar, llamado Sam Bell (interpretado por Sam Rockwell), está asistido por un ordenador con emoticonos llamado GERTY (interpretado por Kevin Spacey), y mucho más amable y simpático que el HAL 9000 (interpretado por Douglas Rain) de 2001. Uno programado para su propia supervivencia y el otro para la de Sam.
Sam Bell se dedica, gracias a un contrato por un período de tres años, al mantenimiento de una base en la Luna de la empresa “Lunar Industries” y al envío hacia la tierra del Helio-3 que allí se extrae, como forma de energía limpia para nuestro planeta. Sin duda es mucho más pacífico que el “Turbinio” enviado al planeta azul con el que Vilos Cohaagen se enriquece en Marte y en Desafío Total, todo sea dicho.


Para pasar el rato y las horas muertas en la base lunar, Sam se dedica al modelismo y tiene una bonita maqueta a escala de un pueblo (al fin y al cabo, las maquetas son réplicas de originales) y también se mantiene en forma hasta que alguna de las tres cosechadoras llamadas: Matthew, Mark y Luke (¿un guiño a Stars Wars con Mark Hamill y Luke Skywalker?) están cargadas con el susodicho Helio-3 y tiene que ir a recogerlas. Es precisamente en una de estas salidas cuando la vida de Sam empieza a cambiar radicalmente. Y como no quiero ser spoiler pues le quitaría toda la gracia a la película, dejaré aquí mi comentario.


Tan sólo añadir que la película se puede considerar una crítica hacia la explotación de las multinacionales sobre sus trabajadores en su camino a maximizar beneficios minimizando costos. No obstante, y pese a las referencias que aquí se han hecho a otras películas, el argumento y la trama de Moon son originales, acariciando temas como la soledad, la rutina y la explotación laboral. Ideas que no aparecen en las demás citas.
 
Por último indicar que la película contó con un presupuesto de cinco millones de dólares y su recaudación fue casi el doble, cerca de los diez.

lunes, 15 de octubre de 2012

Los muertos vivientes

Propone: Pepe
Comenta: Víctor




Se grita de dolor. Un susto también provoca un grito espontáneo. Asimismo gritamos cuando estamos enfadados, aunque tengamos muy cerca a quien tendría que escucharnos. Los enamorados, en cambio, suelen hablar entre susurros, asociados con sentimientos de ternura, tolerancia, amor y compasión; aunque también se susurra por miedo a ser oído. A pesar de todo, el título de esta película parece estar tomado de una reseña de cierto concierto para piano de Mozart escrita por el crítico sueco Yngve Flycht.

Rodada en el año 1972 en su Suecia natal, Bergman recapitula y depura en ella una vez más su cine. Con un presupuesto de cuatrocientos mil dólares, hace el número 33 en la filmografía del realizador. Agnes, una mujer de mediana edad, agoniza en una mansión solariega de época; sus dos hermanas, María y Katrin, la acompañan durante su enfermedad. Con ellas está Ana, la fiel sirvienta de Agnes. En la historia de ésas cuatro mujeres (el film pasa por ser uno de los más femeninos de Bergman) intervienen cuatro hombres, los maridos de María y de Katrin, el médico de Agnes y antiguo amante de María, y el capellán. Los hombres aparecerán marginalmente, devaluados, en el transcurso de la acción: el médico no puede curar (ni siquiera ser amante), el capellán traiciona su falta de fé, un marido no se comporta como tal, el otro (¿en lo real, en una fantasmagoría?) intentará un suicidio chapucero, ante la casi indiferencia de María, su mujer.

La puesta en escena hace un uso sistemático, como ya sucediera por ejemplo en "Persona", del primer (incluso primerísimo) plano. En la casa domina el color rojo --símbolo del interior del útero para unos, del interior del alma para otros-- y en menor medida, pero siempre usados de manera expresionista, el blanco y el negro. En consonancia, la banda sonora está reducida a su mínima expresión (fragmentos breves de dos piezas para piano y violonchelo), reforzando así la impresión general de austeridad y dramatismo. Por momentos el montaje de Siv Lundgren no permite determinar si lo que vemos es realidad o fantasmagoría; esto sucede al menos en tres secuencias dramáticas: la sangre hace su aparición en las dos primeras, la ya citada del intento del suicidio del marido de María, y otra en la que asistimos a la herida que neuróticamente Katrin se inflinge en su sexo para hacerla sangrar posteriormente ante su propio marido, para castigarlo --por decirlo freudianamente-- por su castración. A la tercera secuencia me referiré un poco más adelante.



No sólo el color es objeto de interpretaciones. Por alguna razón, quizás por racionalizar su crudeza, la película inspira inmediatamente las asociaciones más diversas. Por ejemplo, no por casualidad se citó en el coloquio "La casa de Bernarda Alba". Bergman es un hombre de teatro --inició su carrera como ayudante de dirección--, y encontraremos en sus películas monólogos incluso shakespearianos, en los que los personajes se "oyen hablar" a sí mismos. Un ejemplo claro en la película que nos ocupa ahora es el monólogo que María dirige a la cámara que estaría en el lugar de Katrin, afirmando que ella, carente de la sensibilidad de su hermana, no se da cuenta de muchas cosas --pero se da cuenta al menos de su no-darse cuenta. Otro casi-monólogo que se recuerda ineluctablemente es el del doctor, mientras interpreta cada rasgo de la cara de María, su antigua amante, como huella de alguna decadencia ya sea mental, emocional o física.


Es difícil destacar a nadie del magnífico reparto: aunque en mi opinión cabe mencionar tanto a Kari Sylwan (Ana) como a Harriet Andersson (Agnes), interpetando los únicos personajes que muestran emociones (en cierto plano hacia el final Ana compone lo más parecido a una imagen de "La pietà" mientras acuna a Agnes). A pesar de su incapacidad para dar aunque sea un asomo de vida a algún sentimiento de proximidad, de cercanía, de amor en una palabra, los personajes se acarician la cara constantemente, con pretendida --incluso fingida-- simpatía que el primer plano deja en simple gesto.


Los temas bergmanianos se suceden yo diría que implacablemente. Bergman señaló, en un texto previo al rodaje del film, que se trata aquí de "un miedo en el cual lo que es temido nunca se pone en palabras". El dolor, ante el cual "todas las palabras se detienen y todas las categorías fracasan"; la dificultad de soportar el aislamiento y la imposibilidad de romperlo; el carácter pasajero de nuestros afectos: cuando María quiere acercarse a Katrin, ésta la rechaza; más tarde, al final de la película, María se marchará sin atender al intento de Katrin de arreglar las cosas. Por añadidura, todo lo vivido --lo sufrido-- por Ana es negado, reducido a cuestión de dinero en la última reunión familiar tras el fallecimiento de Agnes, cuya muerte agónica es sencillamente aterradora.

Yo voy a hacer también una cierta (relativa) interpretación. Cierta duda, ¿estoy vivo o muerto? se expresa, según algunos, en los comportamientos obsesivos. Así esta podría ser una historia de fantasmas: seres no totalmente vivos, muertos ya en vida, profundamente incapaces de experimentarla como tal en su presente. La tercera secuencia en que lo irreal surge en el film es la aparente resurrección de Agnes. Viva o muerta, permanece en el mismo mundo fantasmagórico. Recordemos cierto precedente: Isak, en "Fresas salvajes" reencuentra en sueños a sus padres a la otra orilla del lago, en la distancia. ¿Será así como ha vivido toda su vida, en la lejanía y en la distancia de cuantos ha conocido? Él mismo, "viejo pedante y egoísta", recobrará el tiempo perdido, al final se volverá a descubrir a sí mismo y así volverá a la vida. Otro gran precedente lo encontramos en Leopold Bloom (aunque este parece el motivo fundamental de Joyce, desde "Exiliados" hasta "Los muertos"), que ingresa en las filas de los muertos y no puede ser traído de vuelta. Su "parte muerta" proviene --sólo puede provenir-- de su propio pasado.

Pero esto no sucede en "Gritos y susurros". Al contrario, incluso la misma felicidad parece algo no totalmente real en la última escena, donde una Agnes todavía viva goza de (¿la fantasía de?) la felicidad de aquél momento lejano en el tiempo, que proviene de su percepción del amor que profesa a sus hermanas y del que, así lo cree, le profesan ellas. ¿O quizás esa felicidad sí fue real, a fin de cuentas? Es algo que queda abierto a la interpretación, pero que en todo caso vuelve a poner de manifiesto el carácter irrevocable del espacio entre quienes fuimos y quienes somos.


Toda esta miseria ya no es ni familiar, ni social, ni siquiera ontológica, como decía Béla Tarr, cineasta del cual aún no hemos tenido ocasión de ver ninguna de sus películas; es una miseria cosmológica. Así son las cosas, parece querer expresar secamente Bergman. Pero de su expresión artística surge la distancia necesaria, aunque apenas suficiente, para no hacernos sus cómplices

lunes, 8 de octubre de 2012

Un paso atrás

Propone: Julián
Comenta: José Antonio




Llevamos uno de los ciclos más videocluberos que se recuerdan en nuestro cineclub. Basta mirar la columna de la derecha y echar un vistazo a los últimos títulos para comprobarlo. Dentro de esta racha, nuestro amigo Juli antes de su boda vino a traernos la que hasta que acabe este mes será la última de la saga Bond: Quantum of Solace. Este comentario viene al pelo porque hace nada el agente británico acaba de cumplir cincuenta años en el cine. James Bond se enfrentó con el Doctor No el mismo día que los Beatles sacaron su primer single a la calle. Pedazo de dato.

La franquicia ha sabido ir adaptándose a los nuevos tiempos renovándose cada cierto tiempo. Sean Connery, George Lazenby, Roger Moore, Timothy Dalton y Pierce Brosnan se han enfundado en la saga oficial el smoking negro para combatir a archivillanos megalómanos que querían conquistar el mundo. En 2006, el testigo pasó a manos de Daniel Craig que inició una de las renovaciones más radicales que se han hecho de la saga. Más duro que ninguno, más cínico, más brutal. Casino Royale fue la película que reinició la saga desde el principio. Era la primera novela que se publicó sobre el personaje y aún no se había llevado al cine en la saga oficial. (Extraoficialmente está el Casino Royale de 1967que protagonizó David Niven y era una parodia de las pelis de Bond. Basta este dato para entenderlo: El villano de turno era Woody Allen).


Al final de la nueva Casino Royale vemos cómo Bond pierde a la chica que ama y que además le había traicionado, por lo que el agente doble cero inicia la venganza contra los que considera los responsables de su muerte. Y esto nos lleva al principio de Quantum of Solace, que continúa directamente este argumento. La revancha de Bond contra los que mataron a Vesper le lleva a encontrarse con un complot de la organización enemiga a la que persigue para hacerse con el control de un país sudamericano. Tenemos a un Bond mucho más oscuro, movido por la venganza, cuya misión se ha convertido en algo personal, hasta el punto de que el servicio secreto británico le suspende de su puesto. Uno de los fallos de la película es que da por supuesto que uno se acuerda de todo lo que ha pasado en Casino Royale, por lo que muchas veces da la sensación como de que se han saltado algo. Quizá también sea un recurso para disimular que la pretendida continuación está un poco cogida con pinzas.


Sin embargo, nada de lo que se cuenta es tan nuevo como parece. En el primer relevo de Bond, cuando el papel pasó de Sean Connery a George Lazenby en "Al servicio de su majestad", veíamos al agente británico casarse. La señora Bond moría asesinada al final de la película a manos de Spectra, la malvada organización contra la que lucha el agente británico. El desastroso carisma de Lezenby para interpretar a Bond provocó el retorno de Sean Connery al personaje en la siguiente película. El matrimonio de Bond pareció un tema tabú que se obviaba en la saga. Parecía como si se hubiera corrido un tupido velo. Pienso yo que la culpa no era de la idea del Bond casado, sino más bien la falta de carisma del actor. En la primera escena de la peli veíamos como a Bond le quitaban a su último ligue delante de las narices. "Al otro Bond no le pasaba esto", decía Lacenby con cara de circunstancias. El tema de la muerte de la esposa del agente secreto no se recuperó hasta los años 80, cuando Roger Moore ya llevaba cinco películas como Bond. Fue en "Solo para sus ojos". En la secuencia de acción que suele servir como prólogo a las pelis del agente, James Bond está en el cementerio visitando la tumba de su mujer cuando es atacado por el líder de Spectra en persona, Blofeld, el villano por excelencia en la era Connery y que no había vuelto a salir desde que el escocés dejó la saga. Para no spoilear demasiado, porque creo que está claro cómo termina este escena, digamos que en este prólogo se cierra definitivamente el cabo suelto de qué fue de Spectra y se pasa de página con toda esta línea argumental.


Tampoco es la primera vez que vemos un Bond vengativo. Esto nos lleva a otra de las etapas más denostadas del personaje: la de Timothy Dalton. Felix Leiter es otro de los personajes recurrentes de la saga, aunque el público no lo recuerda tanto como a Q o a M. Es un agente de la CIA que suele ayudar a Bond y es fiel a la franquicia desde la película del Doctor No. En "Licencia para matar", Leiter es transferido a la DEA (la agencia norteamericiana que persigue el tráfico de drogas). Un narcotraficante intenta matarlo nada menos que el día de su boda y Bond tratará de vengarlo. Los guionistas no se atrevieron a matar al pobre Felix, a pesar de que el agente fue arrojado a los tiburones. Otro pedazo de dato: el guardaespaldas del malo en "Licencia para matar "es un jovencísimo Benicio del Toro. En este peli, James Bond también perderá su licencia para matar y planificará la vengaza por su cuenta, sin el respaldo del servicio secreto británico. Todo parecía un capítulo de dos horas de "Corrupción en Miami".


Por tanto vemos que no hay nada nuevo bajo el sol en Quantum of solace. Algunas de las escenas de acción son calcos de Casino Royale. Parece como si hubieran hecho un "copiapega". El villano tiene uno de los peores carismas que he visto en toda la saga y esa chica Bond interpretada por una chica del Este de Europa que hace de latina, como que no termina de pegar. En definitiva, el título parece un paso atrás en el camino iniciado con Daniel Craig y Casino Royale. Sin embargo, es la más taquillera de toda la saga. Si han pasado cuatro años en que no se han estrenado nuevas películas de James Bond no se debe al patinazo de Quantum of solace, sino a las dificultades financieras del estudio por no sé qué crisis que dicen que hay por ahí. La franquicia se va revalorizando con los años, a pesar de todos los traspiés citados en esta reseña. Y es que son 22 películas, que dan para hacer lujosas ediciones de coleccionista. Los videojuegos están adaptando muchos títulos de la saga y James Bond también es un personaje al alza en las consolas. Si hasta las pelis de superhéroes tienen su particular homenaje bondiano. "X-Men. First Class", ambientada en los años 60, está lleno de guiños, con esos malos que trazan sus planes en submarinos y con January Jones en corpiño blanco como la Reina Blanca del Club de Fuego Infernal. Con este panorama, esperemos que la próxima de la saga, Skyfall, que se estrena al final de mes recupere el ritmo. La dirección de Sam Mendes y la intepretación de Javier Bardem como villano son algunas de las bazas que tiene a su favor. En el video tenemos un homenaje a toda la saga y a esas pedazo de bandas sonoras de John Barry, uno de los grandes compositores de la historia del cine, y que luego ha continuado muy dignamente David Arnold.