martes, 26 de febrero de 2008

Cien eran Cien: El Concurso






Efectivamente, la mayoría de los concursantes ha dado en el clavo. 5 de los ocho votantes supieron que el plano que presentábamos, al igual que el resto que ilustran esta noticia, fueron rodados por Jonh Houston, con un gran dominio de la composición del plano en profundidad de campo, para su película La jungla de asfalto.



Enhorabuena a los ganadores, el premio por ahora es sólo la satisfacción de acertar, pero sigan participando. Ya tienen colgada la segunda pregunta.

viernes, 22 de febrero de 2008

La crítica de la razón dura (El manantial)


Propone: David.
Comenta: Iván.

Monas y monos opónganse cómodos. Comienza la función, arriba: el telón (¿social?) Tras el espacio la pared. Es decir, la séptima nota. Sí: afirmo. Parece más fácil y no es menos arte. Sobre la película, su propio color: gris. La venganza es difícil aliada, el corporativismo peor consejero. Del final, cuestión de pasión, uno que dice, el otro que cuenta. En fin, truco o trato. Envidiamos al murciélago, ya sabéis (sólo se escucha a sí mismo). Para defender al personaje, este texto. Franky me habla desde el cielo: my wayyy, my wayyyy. Respeto al fantasma y a su actor.
El primer arquitecto: un mono apropiacionista.
(Caminaba casi erguido, al contrario que su índice, y señalo peludo una grieta entre las rocas. Un agujero transformado en hogar, al ritmo de una idea convertida en señal, la de su dedo, sin planos ni ecuación. Esa cueva se convirtió en protección del clan y ese mono delator obtuvo la gloria y la logia)
El primer artista: un mono apropiacionista.
(Caminaba casi erguido, apoyó peluda su mano en la pared. Una huella convertida en símbolo, sin lienzo ni pincel, al ritmo de una idea convertida en señal, la de su mano. Esa imagen se convirtió en protección del clan y ese mono delator obtuvo el cielo y la gloria)
Lo demás está todo escrito, queremos ser homo sin dejar de ser mono y aspirar a ser sapiens sin esperar a ser homo. Ego (yo) te absuelvo.
Del resto de la peli: una loca poseída, un martillo percutor y un lago negro/lago blancorrrrr.

martes, 19 de febrero de 2008

CIEN (Enrique V)

Propone: José Antonio
Comenta: Pepe

Pues sí, hemos llegado a la proyección oficial número cien de nuestro cineclub, y lo hemos hecho con la película británica de 1989 Enrique V, que propuso José Antonio la semana pasada, continuando con su ciclo dedicado a Shakespeare. La película está dirigida por Kenneth Brannagh y protagonizada por él mismo, secundado por un sólido reparto. Por citar sólo a los más conocidos: Emma Thompson, Christian Bale, Derek Jacobi, Judi Dench, Ian Holm...


La película es una fiel adaptación de la obra teatral, sobria y contenida en ocasiones, y en ocasiones desatada y grandilocuente, que basa su eficacia en el buen hacer de sus intérpretes, en el respeto al texto original y en la maravillosa música de Patrick Doyle. Brannagh sabe combinar momentos de gran intensidad épica, como la famosa arenga del día de San Crispín, con otros de la más intimista introspección (ese monólogo espléndido del rey en la víspera de la batalla, abrumado por la culpa y la responsabilidad), con imaginativas soluciones de puesta en escena (el coro de la historia, maravilloso Derek Jacobi, vestido de forma contemporánea y moviéndose entre la tramoya y los campos de batalla) y secuencias rodadas con tal maestría que parece imposible pensar que estemos ante un debutante.

Para muestra un botón. Os dejo con el paseo del rey Enrique V después de la batalla. Acaba de ganar de calle, y sin embargo el desfile es cualquier cosa menos triunfal, es simplemente otra vez el hombre ante el dolor, la destrucción y la desgracia que él mismo ha causado.





Un único plano secuencia de casi cinco minutos de duración, de planificación casi imposible y virtuosa ejecución, en el que la música va cogiendo protagonismo a través de una preciosa melodía en forma de canon que va ganando complejidad a medida que avanza. Multitud de elementos puestos en juego. La cámara que gira, se detiene, vuelve a avanzar, mientras decenas de extras entran y salen del plano por todas partes. Es justo lo contrario que veíamos cuando hablábamos de la secuencia de la avioneta en Con la muerte en los talones, y sin embargo esto también es cine en estado puro, cine del grande.

martes, 12 de febrero de 2008

Érase un hombre a una nariz pegado

Propone: Pepe
Comenta: Juli

érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado...


Y, mi querido lector, no sigo con Quevedo
para que de antisemitas no se nos acuse
y de usted espero que de buen grado me excuse
el dejar el soneto para lanzarme al ruedo.

Me pediste generosidad con tu película,
y así ha de ser, voto a bríos, pues es deliciosa,
y deja en el alma una sensación calurosa
aunque esté lejana todavía la canícula.

Me está costando seguir
con esos versos tan largos,
con esas rimas extrañas
y ese metro calculado,
así que cambio al romance
que es menos atravesado
y prosigo con la historia
con la que hemos empezado.


Esta película trata
con diálogo versado
de un valiente espadachín
con talento en el rimado,
y de sus bravuconadas,
y de su amor encerrado
que por no correspondido
nunca fuera consumado,
o por el malentendido
que nunca fuese aclarado
de quien fue aquella persona
que aquella noche hubo hablado
bajo la luna traidora
que su rostro hubo ocultado
y entre sombras y murmullos
quedó el destino sellado.
Belleza ganó la guerra,
y Cirano, acomplejado,
cedió en su amor porque amara
por él otro enamorado.

La ficha de la película
nos dice que es del noventa,
oscar al mejor vestuario,
y es película francesa.
Es obra de Edmund Rostand,
y para el teatro fue hecha.
Rapeneau la adapta al cine
Depardieu llena la escena,
y un gran éxito supuso
la temporada en que estrena.

lunes, 11 de febrero de 2008

Idiotas del Mundo, uníos

En su última propuesta en el cineclub, Belén nos trajo la desternillante comedia francesa La cena de los idiotas, dirigida por Francis Veber en el año 1998. Como buena comedia, promete risas y eso es justamente lo que proporciona.

Resulta que Pierre Brochant (Thierry Lhermitte), un pijales parisino estirado y snob, se reúne cada miércoles con sus amigos y cada uno lleva un idiota. La cosa consiste en reirse de los idiotas sin que se den cuenta, y de paso recordarse a si mismos lo estupendos que son. Esta vez el señor Brochant ha encontrado a todo un campeón de la idiotez, un tal François Pignon (fabuloso Jacques Villeret). Pero el idiota resulta ser de tal calibre que en un par de horas pone su vida patas arriba y se toma involutariamente la revancha de todos los idiotas que han sido escarnecidos (se diría que de todos los de la historia del mundo).

La película está basada en una obra teatral y eso se nota en que sólo hay un escenario y un puñado de personajes que entran y salen de la película como si entraran y salieran de escena. Es decir, es una clásica obra de esas de puertas que se abren y se cierran, comedia de equívocos con aires de vodevil. Sin embargo, esa teatralidad no se convierte en un demérito, y la película encadena los gags con gran fluidez, de forma cada vez más frecuente hasta que al final es como una risa continua. Total, que pasas un rato estupendo.


La cena de los idiotas cosechó un gran éxito en Francia y en otros países. En España, a pesar de que se estrenó casi de forma anónima, con muy pocas copias y sin publicidad de ninguna clase, el boca a boca funcionó tan bien que se mantuvo casi un año en las carteleras de Madrid y Barcelona.

martes, 5 de febrero de 2008

Con el Golfa en los talones

Y llegó Julián. Y reventó el ciclo. Muy alto vamos a tener que apuntar para superar su elección de esta semana pasada. Ni más ni menos que el incuestionable clásico del maestro Hitchcock Con la muerte en los talones. Estamos ante una de las mejores obras del director inglés, llena de ingenio, suspense y humor a partes iguales, con una carga irónica que la hace divertidísima.

Las concesiones que hace a la verosimilitud a favor del espectáculo se las perdonaremos por ser Hitchcock y porque la película se ve de principio a fin con el mismo interés y logra que te olvides de preguntarte cosas como por ejemplo por qué son tan rebuscados los malos de turno como para llevarse a Cary Grant a un campo perdido para ametrallarlo desde una avioneta cuando podrían perfectamente haberle pegado un tiro en su habitación del hotel. Pero si hubiera sido así, nos habrían privado de una de las escenas que siempre aparecerán en todas las antologías como una de las mejores de la historia del cine, y con razón. Aquí os la dejo para que disfrutéis un poquito.



La secuencia no tiene música, el escenario es árido y uniforme, sólo hay dos elementos en juego. Todo es de una simplicidad pasmosa. Su tremendo poder reside exclusivamente en la planificación y el montaje. Es cine en estado puro.