lunes, 14 de noviembre de 2011

De dos en dos


Propone: Manuel
Comenta: José Antonio

Últimamente parece que están de moda los dúos de directores. A ser posbile que sean hermanos, aunque si no lo son tampoco pasa nada. Entre otros, tenemos a los hermanos Coen, a los Wachoski de Matrix y a la parejita de moda en cine francés Jeunet y Caró, autores de películas como Amelie y Delicatessen. Nuestro dúo de hoy no es tan conocido, pero también son franceses: Gustave de Kervern y Benoît Delépine. Son los directores de la película con la que Manuel se estrenó en nuestro cineclub: Louise-Michel. Ambos escriben y dirigen y acumulan ya unos cuantos títulos a sus espaldas, en los que la nota predominante parece ser el humor negro y la mala baba.


Existe un personaje histórico llamado Louise Michelle, que fue una revolucionaria francesa del siglo XIX de ideología anarquista. Ignoro si hay relación entre ella y la película, pero aquí el nombre se desdobla en dos personajes diferentes (otra parejita, vaya por Dios). Eso sí, el espíritu anárquico y la incorrección política están presentes en toda la cinta. "Louise-Michel" nos cuenta la historia de un grupo de trabajadoras que un día se encuentran con que la fábrica en la que han estado trabajando en condiciones de semiesclavitud y por ridículos salarios durante los últimos vente años ha cerrado y las deja de patitas en la calle. El avaro empresario ha decidido montar otra planta en Vietnam en la que podrá pagar unos salarios aún más irrisorios a sus explotados empleados. En total, la indemnización que les queda a las afectadas apenas llega a los 20.000 euros. Louise, una mujer nada agraciada físicamente, asocial y con muy mala leche, propone a sus compañeras reunir el dinero para contratar a un asesino a sueldo para liquidar a su antiguo jefe como venganza por la jugarreta. El sicario con el que contactan es Michel, que nada tiene que ver con otros profesionales que hemos visto en otras pelis. Sus métodos son bastante chapuceros y en ocasiones para cumplir sus trabajos convence a enfermos terminales para que cumplan la misión por él, con el argumento de que así se irán a lo grande.



Con estos precedentes, ya tenemos claro que lo que va a suceder es una sucesión de gags en ambientes de lo más sórdido, con verdaderos inadaptados sociales que buscan su momento de gloria en la vida. No hay concesiones, ni respeto por absolutamente nada. Ni por los enfermos de cáncer, los discapacitados y hasta chistes sobre los atentados de las Torres Gemelas. Habrá a quien esto le molestará, pero en estos tiempos en los que la tendencia es pedir que se prohíba todo lo que no tenga un lenguaje políticamente correcto puede llegar a suponer toda una corriente de aire fresco.


Acabaré con un par de spoilers, por lo que aquellos que no la hayan visto deberían dejar de leer este comentario a partir de aquí. Cuando, al final de la película, los dos protagonistas encuentran a su objetivo, el empresario estalla en carcajadas cuando ellos le dicen quiénes son y a qué vienen. No sabe ni de qué fábrica están hablando. "¿Francia? Hace años que no queda ni una puta fábrica en Francia". La otra sorpresa final de la peli viene a cuento con el género de la pareja protagonista. Resulta que ella es hombre y él era una mujer. Particularmente, la gracia creo que no aporta demasiado a la película y es un tanto gratuita. Pero después de todo lo que se ve en la peli, tampoco es cuestión de rasgarse las vestiduras por eso.


8 comentarios:

Rubén dijo...

Lo que más me gustó de la película fue que se salta lo "políticamente correcto", tal y como indica José Antonio.
Y recurrir a los enfermos terminales para cometer los asesinatos, simplemente es hilarante, como el tono que hay durante toda la película.

JULI dijo...

Creo recordar que en la propia película se cita a la anarquista Louise Michel, pero para asegurarme tendría que volver a verla.
Buscando al personaje histórico en la wikipedia, parece que fue aún menos agraciada físicamente que la protagonista.
Bromas aparte, la película es muy divertida.

Pepe dijo...

Bueno. a parte del poco atractivo físico, supongo que la figura de Louise Mitchel está en la película a modo de homenaje, y porque la película, más allá de sus bufonadas más o menos correctas políticamente (una expresión que se me atraganta siempre), está atravesada por un espíritu de sana anarquía, y critica ferozmente el sistema económico en que estamos immersos. Los anarquistas, al contrario que los socialistas, no querían entrar al sistema para cambiarlo desde dentro, querían dinamitarlo directamente, destruirtlo para empezar algo mejor desde cero.

Un poco de ese espíritu se recoge en la película: Si te echan a la calle con malas artes, cárgate al patrón! Si los mercados son unos hijos de puta, quema los mercados!

Otra cosa que me hizo gracia en la película es que esté ambientada en Francia, a la que tenemos por ejemplo de solidez económica y social, y encima hace unos años, cuando la situación aún no era tan terrible como a día de hoy. Y sin embargo, el panorama que nos pinta es desolador, cosa que da que pensar.

Hale, ya no añado más. Sólo una cosa: ¡¡¡a las barricadas!!!

Rubén dijo...

Al hilo de tu comentario, Pepe, y dada mi faceta divagadora, ¿creéis que el hecho de la alteración de sexos de los dos protagonistas pueda ser una reivindicación anarquista al considerar a hombre y mujer por igual, a considerar al individuo igual al margen de su sexo?

Por cierto, leí que la protagonista es la portera de Amelie.

J. Antonio dijo...

Bien, no recordaba bien si se aludía a la revolucionaria en la peli porque hace meses que la vimos, pero vuestros comentarios me confirman que así era. Estoy de acuerdo con Pepe en que el espíritu incendiario y anarquista es el que inspira la película. Creo recordar que en el año de esta peli, la crisis en Francia ya era de caballo.

JULI dijo...

Rubén, si se llega a saber la verdad, una vez asimilada la misma, se cambiaría el pienso por filetes y ricos estofados

Rubén dijo...

Julián, que te has equivocado de película.

Víctor dijo...

¿De dos en dos? De cuatro en cuatro, diría yo. ¿Qué os pasa? ¡Vaya ritmo frenético de comentarios!

Perfecta reseña de José Antonio, siempre sobrio y atinado (tengo que hacerle un poco la rosca, os haréis cargo) que expone una muy apetecible propuesta que no quisiera perderme.

Estoy de acuerdo en que hay muchos tabús que acatar si un discurso ha de ser "políticamente correcto". No se trata de frivolizar sobre atentados y víctimas, no me gustaría nada que alguien se lo permitiera si fuera yo un afectado. Pero da que pensar que ahora mismo acaba de terminar un conflicto aquí cerquita, en Libia, que probablemente haya costado más víctimas que el 11 S y de las que no sabemos nada. La mayoría habrán muerto a pie de calle, y no cruelmente atrapadas en un lujoso edificio mientras hacían un trabajo parecido a los nuestros. Que es algo muy distinto... excepto para los asesinados, naturalmente.

La propaganda juega con nuestras identificaciones. Siempre pongo el mismo ejemplo: se habla del desembarco de Normandía; no se dice nada de la llamada "Operación Bagration" que tuvo lugar simultáneamente en el frente ruso: mientras que los alemanes disponían de treinta divisiones para contener a los Aliados en Francia, eran ciento sesenta y cinco las movilizadas en el frente oriental. La operación Bagration supuso la pérdida de un número de divisiones alemanas equivalente al triple de las desembarcadas por aquéllos el Día D.

Por entonces ni el gobierno alemán ni el soviético tuvieron la menor consideración con sus ciudadanos. Me veo en las barricadas; quizá sea por el café, creo que con esto del constipado he tomado demasiado...