viernes, 25 de noviembre de 2011

Holocausto Descafeinado

Propone: Juli
Comenta: José Antonio



Entre los años 60 y 70 se pusieron de moda coproducciones entre varios países, ambientadas en la Segunda Guerra Mundial y con primeras estrellas del séptimo arte al frente del reparto. Una de ellas es "La hora 25", una coproducción realizada entre Francia, Italia y Yugoslavia en el año 1967 y con la que nuestro compañero Julián nos obsequió recientemente en el Golfa. El director, Henri Verneuil, estaba bastante familiarizado con el tema que trata el argumento, las persecuciones étnicas del régimen nazi, ya que su familia, de origen armenio, huyó siendo éste un tierno infante del genocidio que se practicó en Turquía contra este colectivo en los años previos a la Primera Guerra Mundial. "La hora 25" no habla del holocausto armenio, pero sí aborda el tema de las limpiezas étnicas que los nazis practicaron en el Este de Europa durante la Segunda Guerra Mundial y adapta una novela del mismo título escrita por Virgil Gheorghiu.


Al frente del reparto está Anthony Quinn, este actorazo de origen hispano que siempre acaba interpretando papeles étnicos. Griego, italiano, jeque árabe, indio, mejicano, lo que sea. En esta ocasión es Jannos Moritz, un campesino rumano al que durante la ocupación nazi el corrupto jefe de la policía local envía a un campo de concentración como un judío más, a pesar de que éste en realidad es cristiano ortodoxo. La intención del funcionario es librarse de él para acosar sexualmente a su esposa, interpretada por otra diva del cine italiano, Virna Lisi.


El principal problema que tiene la película es que otros títulos posteriores han ido mucho más allá en la espinosa tarea de llevarnos en este viaje de descenso al horror del holocausto. El argumento se centra más en cómo Janoos mantiene su ingenuidad y su integridad mientras la vida le va poniendo constantemente a prueba, jugando con él para ver cuánto puede aguantar. El hecho de que sea encerrado en un campo de concentración parece más una molestia, como si se le hubiera metido una piedra en el zapato. Vamos que ante todo lo que pasa alrededor, sólo le falta decir "mecachis" y "jolines", cuando está claro que otros emplearían palabras más gordas. De todos modos, el mensaje es bastante claro, al ridiculizar y criticar a aquellos que pretenden etiquetar el mundo en función de su condición étnica. A lo largo del metraje, el protagonista es tomado como la muestra perfecta de varias etnias diferentes. El absurdo de sus vicisitudes llega al extremo tragicómico de que se le llega a tomar por alguien que pertenece a un pueblo que dio origen a la raza aria. Los reproches realizados no quiere decir que estemos ante una mala peli o un producto mediocre. La hora 25 es una película correctamente realizada, con una gran inrterpretación de Anthony Quinn, banda de sonora de Maurice Jarre el compositor de moda en las grandes superproducciones de los 60. No en vano, produce Carlo Ponti, otro de los grandes del cine italiano. El problema, como decía, es que luego han venido otros directores que nos han llevado más allá al ponernos cara a cara con este infierno.




7 comentarios:

Rubén dijo...

Como parece que nadie se anima a escribir, empezaré yo (ya casi parece una costumbre)
La película muestra como un hombre se ve desbordado por todos los acontecimientos de su alrededor sin saber cómo ha llegado allí y por eso, pienso yo, que lo lleva con humor. Aunque si hay presente un abandono de la ilusión, especialmente tras los juicios y las últimas escenas en esa desvencijada estación. Desvencijada tal vez al igual que su esperanza.

JULI dijo...

El comentario es muy completo, así que añadiré pocas cosas.
Otra película interesante que me vino a la mente al ver esta es "Europa, Europa", de 1990, dirigida por Agnieszka Holland, que narra las vicisitudes de un joven judío que es confundido con un ario de raza superpura (también es moreno, como Anthony Quinn). La particularidad de esta otra historia es que el libro en que se basa, al contrario que La hora 25, es la autobiografía de un judío que escapó de los nazis haciéndose pasar por ario.

Pepe dijo...

A mi también me vino a la cabeza la película que cita Julián. Las dos cuentan más o menos lo mismo, las vicisitudes que han pasado muchos pueblos (ya sean judíos o rumanos ortodoxos) pasando de dominación en dominación, del imperio al nazismo y de este al comunismo stalinista...y sea quien sea, todos vienen a salvarlo pero lo acaban jodiendo. Al pueblo, digo. En ese sentido, la película puede parecer descafeinada como dice el comentarista, pero también es valiente y crítica, y la realidad que cuenta más terrible de lo que parece...

J. Antonio dijo...

La verdad es que ya casi no me acuerdo de "Europa, Europa". Bueno sólo me acuerdo del nombre de la directora, que era de nazis y que me dejó buen sabor de boca y ganas de ver más películas suyas. En su día, no relacioné estas dos películas, pero sí es cierto que tienen sus puntos en común.

Víctor dijo...

Verneuil escribiría posteriormente sobre su experiencia infantil de exilio en "Mayrig", a patir de la cual realizaría una película del mismo título.
No conozco "Europa, Europa". En cuanto a otras películas sobre el así llamado universo concentracionario, incluso una cinta "dura" como "La zona gris" (1990) --sobre la rebelión de los Sonderkommandos de los crematorios II, III y IV de Auschwitz-Birkenau-- lo hace aparecer como poco más que una cárcel. Personalmente me sorprendió indeciblemente Spielberg con "La lista de Schindler": la imágenes de la liquidación del guetto y otras del propio campo son terroríficas.
Aunque el humor pueda parecer un posible mecanismo de defensa (e Imre Kertész elogie sin reservas pero no sin contradicciones "La vida es bella"), allí dentro quedaba poco lugar para el sentido del humor.

Rubén dijo...

Recuerdo la película que puso David en Cinéticas: Pasqualino Settebellezze, que también tocaba con un punto de ¿humor? El tema de los campos de concentración.

Y aunque no venga muy al caso, hubo una corriente que afirmaba que la raza aria provenía de cerca de la India, quizá por eso a la gente de tez oscura se le pudo atribuir el origen.

J. Antonio dijo...

El Pasqualino era de humor, pero de un humor más negro que el tizón. Fue toda una sorpresa.