lunes, 11 de febrero de 2013

Programa doble: Cague

Proponen: Rubén y Altea
Comenta: Julián


Me gustó eso del comentario doble, así que lanzo aquí uno sobre el actorazo Nicolas Cage (Nicolas Kim Coppola), o como me gusta llamarle, Nicolás Cague, por lo maravilloso de sus actuaciones en las últimas dos décadas. Eso sí, con honrosas excepciones que no son sino las que confirman la regla.

2005 es el año que estrenaron El Señor de la Guerra y El Hombre del Tiempo, ambas protagonizadas por nuestro héroe, en las cuales (y en todas las suyas que me vienen a la memoria), él es un tipo duro con un lado tierno, aunque su expresividad facial no logre transmitirnos en qué momento de su vida está su personaje. ¿Por qué este señor siempre tiene mirada bovina y cara de desánimo, incluso cuando sonríe? Debe ser por eso que lo bordó en Leaving Las Vegas, donde su personaje busca suicidarse a base de alcohol, drogas y putas. Esta es, obviamente, la excepción a que me refería, y requeriría otro comentario, eso sí, si la hubiésemos visto, o quizá, un comentario triple.


El Señor de la Guerra aborda, de modo pseudodocumental unas veces y convencional otras, el tema del tráfico de armas, desde la perspectiva de un traficante hecho a sí mismo, que comienza con sus devaneos adolescentes vendiendo pistolejas, y logra convertirse en un magnate importante dentro del negocio, suministrando grandes cantidades de armamento a dictadores africanos con ejércitos de niños-soldado. La película muestra evidentes paralelismos con personajes y guerras reales, mezclándola con personajes ficticios, ¿o son simplemente personajes reales con nombres cambiados para poder decir eso de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”?


Este film, dirigido por Andrew Niccol, que también aporta el guión, cuenta con un buen reparto, exceptuando el protagonista, con gente como Ethan Hawke, Ian Holm, Jared Leto o Donald Sutherland, y podría decirse que resulta entretenidilla, siempre y cuando consigas entrar en la historia que cuenta. Lo exagerada que parece algunas veces no es óbice para no recalcar la denuncia de este tipo de prácticas asesinas que supone el tráfico de armas. Muchos espectadores señalan la valentía de abordar este tema donde se critican tan abiertamente los poderes fácticos actuales, pero, a mi modo de ver, es importante no confundir valentía, que evidente la tiene, con calidad, de la que subjetivamente adolece.


El hombre del tiempo, en cambio, nos habla de un mundo en que la imagen es lo más importante. En este caso, ¡el guapo es Nicolas Cage! Sí, sí, sí, no es George Clooney ni Brad Pitt. Resulta que Nico es el hombre del tiempo de un informativo local de mucha audiencia en Chicago que da el salto a Nueva York, aunque su éxito profesional es inversamente proporcional a su éxito en la vida privada: divorciado, con una hija preadolescente llena de complejos y con un padre enfermo (me encanta Michael Caine). La película es una historia de frustración personal y de lucha por salir de la abulia vital que ahoga al protagonista. También resulta entretenidilla, pero sin grandes alharacas. Como hombre del tiempo, tengo que confesar que me gustaba más el que hacía Josema Yuste en la serie “Todos los hombres sois iguales”.


Por cierto, ¿sabéis por qué el sobrino de Francis Ford Coppola tomó el nombre de “Cage”? Es que al señorito le gustaban lo que antes llamábamos tebeos, y hoy son cómics, así que quiso cambiar su nombre real para evitar acusaciones de nepotismo por el de uno de sus superhéroes favoritos: Luke Cage, conocido como Power Man.


 

2 comentarios:

J. Antonio dijo...

Creo que hay bastante diferencia entre las dos pelis. Mientras El hombre del tiempo es una comedia algo blandurria del director de Piratas del Caribe, El señor de la guerra tiene algo más de pretensiones. Salvando las distancias, intenta ser algo así como El uno de los nuestros de los traficantes de armas. Bastante recomendable.

JULI dijo...

Desde luego El Hombre del Tiempo es blandurria. Perfectamente encajaría para la sobremesa de los domingos en Antena3TV, para invitar por momentos al sopor de la siesta.

Y respecto a El Señor de la Guerra, interesante lo que cuenta, pero a cómo contarlo le podía haber sacado mucho más partido.