Comenta: Rubén
La historia ya es bella de por sí. Dos mundos
distantes se encuentran y germinan en la tangencia de la vida en común,
fructificando en la hermosa flor de la amistad. Un rico aristócrata francés,
que se creía inmortal y sufre un accidente que le postra, a la edad de 42 años,
en una silla de ruedas por una tetraplejia, por un lado; y su peculiar
cuidador, experto en nada de la medicina, de extracción social muy baja,
exconvicto e inmigrante pero con una gran vitalidad por el otro, son los dos
protagonistas de esta historia. Philippe, el rico y culto y aburrido medio asqueado
de la vida, contrata a Driss, el joven e impulsivo y espontáneo vitalista, como
su cuidador a pesar de la nula práctica y experiencia pero porque ve en él algo
interesante que no desvelaré. A partir de aquí, la vida de ambos cambia
radicalmente por una espectacular simbiosis donde cada uno le da al otro lo que
le falta.
La película es un tanto agridulce con tintes
de comedia pues no faltan escenas divertidas y con notas de drama, pues también
hay partes que son menos divertidas y nos sitúan ante la futilidad de la vida
pero muy bien combinadas para no aburrir al espectador ni convertir en comedia
lo que en realidad es un drama.
Puede entenderse la cinta con un canto a la
vida, al no rendirse, a la amistad misma, a las extrañas relaciones sociales
que pueden surgir en cualquier momento, a la dura relación entre empelado y
jefe cuando hay una íntima amistad de por medio... en fin, que cada uno
extraiga su propia opinión. Sin embargo, y aquí viene la crítica que comentaba
al principio, la historia está basada en hechos reales pero en la realidad,
Driss no era negro (lamento no ser políticamente correcto y no escribir persona
de color, pero hay muchos colores de piel y todos somos personas de color
al fin y al cabo pues no conozco a nadie transparente), y no se llamaba Driss,
se llama Abdel. Por tanto, ¿era necesario hacer más fuerte la brecha del abismo
que los dividía? ¿Hay que manipular la historia para que sea más emotiva y
lacrimosa? ¿Hay que alejar más sus dos mundos? Yo creo que no, que bastaba con
narrar los acontecimientos tal y como fueron sin haber menester de polarizar
más a los protagonistas. Me parece un intento trivial de manipulación
emocional.
En la actualidad, y tras veinte años de
conocerse, Philippe Pozzo y Abdel Sellou siguen manteniendo la amistad. Ambos
han rehecho su vida gracias al otro. Los dos se ayudaron mutuamente y así queda
reflejado en la película. Una amistad más allá de barreras sociales, que son
las más estúpidas que alguna vez la propia sociedad levantó.
Por cierto, que está protagonizada por
François Cluzet y Omar Sy, dirigida y escrita por Olivier Nakache y Eric
Toledano y recibió varios premios, entre ellos el Premio Goya a la mejor
película europea en 2012.
1 comentario:
Bueno, es una película. La palabra "basada" en hechos reales significa eso, que está "basada" en esos hechos. No que sea un recreación fiel de esos. No me importa que se cambien determinados hechos. Como las adaptaciones literarias tampoco tienen que ser una fiel plasmación de todo lo que ocurre en el libro.
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