Comenta: Jose Antonio
Tom tiene un sueño. Quiere ser pianista, como lo fue su madre ya fallecida . El problema es que su trabajo no le deja dedicarse a esta afición. Trabaja como extorsionador. Da palizas a esos inquilinos gorrones que no quieren irse de sus casas impidiendo a los caseros forrarse a base de especular con el terreno. Esta otra faceta laboral le viene heredada de su otro progenitor, su padre, con el que no tiene una relación muy buena que digamos. En secreto, contrata a una profesora vietnamita para que le dé clases de piano.
“De la latir mi corazón se ha parado”, película francesa del año 2005. Esta es la propuesta que nos trajo Amalia a los Golfa antes de irse a otras tierras. Se trata de una versión de “Melodía para un asesino” película americana de los años 70 que tenía a un jovencísimo Harvey Keitel como protagonista. Parece que esta vez es el cine francés el que se dedica a versionar al americano, en contra de la costumbre habitual. En esta versión, el actor Romain Duris es el que se encarga de encarnar a este malogrado pianista vocacional.
Para mí, el problema de esta película es que tiene como protagonista a un macarra detestable. Tom trata de conseguir la redención a través de la música, pero su carácter pendenciero le tiene condenado a no ser más que un matón barato. La consecuencia negativa para la película es que te acaba importando un pimiento todo lo que le ocurra y, por tanto, la historia va perdiendo interés por momentos.
El protagonista se avergüenza de que sus amigos sepan cuál es su afición y trata de ocultárselo; cuando de lo que debería avergonzarse es de la profesión que tiene. A veces, las circunstancias de la vida nos obligan a dejar de lado aquello que nos gustaría hacer y acabamos en otros menesteres. Durante un tiempo, Tom intenta salir de ese mundo de violencia en el que está inmerso, para hacer aquello que realmente le hace sentir bien. La profesora vietnamita de piano, que habla ni papa de francés, logra conectar con él y en ocasiones no solo templa sus sentidos artísticos, sino también su faceta más salvaje. Aunque la película tiene un final abierto, creo que deja bien claro que la faceta violenta del personaje vence claramente a la artística y no hay redención posible para Tom. Pese a todos sus intentos, siempre será un macarra pendenciero y no un sensible pianista. Mientras tanto, el espectador asiste indiferente al resultado de este combate.
El protagonista se avergüenza de que sus amigos sepan cuál es su afición y trata de ocultárselo; cuando de lo que debería avergonzarse es de la profesión que tiene. A veces, las circunstancias de la vida nos obligan a dejar de lado aquello que nos gustaría hacer y acabamos en otros menesteres. Durante un tiempo, Tom intenta salir de ese mundo de violencia en el que está inmerso, para hacer aquello que realmente le hace sentir bien. La profesora vietnamita de piano, que habla ni papa de francés, logra conectar con él y en ocasiones no solo templa sus sentidos artísticos, sino también su faceta más salvaje. Aunque la película tiene un final abierto, creo que deja bien claro que la faceta violenta del personaje vence claramente a la artística y no hay redención posible para Tom. Pese a todos sus intentos, siempre será un macarra pendenciero y no un sensible pianista. Mientras tanto, el espectador asiste indiferente al resultado de este combate.
2 comentarios:
Te ha faltado decir que la "amiguita" del prota es la mujer del putero de su mejor amigo, un tipo simpático donde los haya, y además, compañero de trabajo del sensible músico.
La verdad es que se me había olvidado y aún ahora sigo sin acordarme. Señal de que dejó una honda huella en mi.
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