Propone: Pepe
Comenta: Juli
Murió Berlanga pero su cine sigue vivo.
Y sigue vivo en esta España de sainete y marujeo constante que nos encontramos hasta en la sopa. Sólo hay que echar un vistazo a los periódicos o ponerte delante de un televisor encendido para comprobar que en este país los estereotipos berlanguianos siguen vigentes y tan actuales como actuales fueron en sus películas, una de las cuáles ya pudimos apreciar plácidamente.
Calabuch es una película de su época, con la ternura y bondad que reflejaba el cine español en esos años, pero también con la ironía y crítica social ácidas que tanta maña se daba el valenciano para burlar la censura. Es un retrato satírico de la España profunda, en su variante "pueblo costero", con su pesca y su contrabando.
La historia trata de un reputado científico llamado Jorge Serra Hamilton que está hasta los mismísimos de emplear su vida encerrado en un laboratorio inventando armas y demás sustancias perjudiciales para la salud. Así, decide irse a tomar el aire y aparece en una playa de un pueblecito de pescadores llamado Calabuch. Hoy en día, resulta curioso ver la Peñíscola de blanco y negro de los años 50, con sus casas de piedra, madera y cal, enteras y a medias, y sin edificios de apartamentos.
Allí, el buen hombre se va integrando con las gentes del lugar, trabajando y ayudando en lo que puede y viviendo donde le dejan, que es un calabozo muy coqueto de la casa cuartel de la guardia civil, donde comparte celda con el típico pícaro llamado El Langosta.
Otra cosa a apreciar en el film es el reparto, entre los que destacaría, por un lado, a tres secundarios, el bajito siempre grande José Isbert, Jose Luis Ozores vestido de luces y el sorprendente Manuel Alexandre antes de cambiar la voz, y, por otro, al actor principal que protagonizó su última película, Edmund Gwenn, actor británico de dilatada trayectoria, de teatro y de cine, con más de 80 películas entre el mudo y el sonoro.
Recibió un oscar a mejor actor de reparto por Miracle on 34th Street (1947), y como curiosidad, protagonizó una película cuyo nombre te sonará mucho, querido lector de blogs: The Walking Dead (Los muertos andan) (1936), de Michael Curtiz, con Boris Karloff.
6 comentarios:
No hay que olvidar que El Langosta era italiano.
Efectivamente, el actor que lo encarnaba se llamaba Franco Fabrizzi.
También interviene en la película otra italiana en el papel de la maestra: Valentina Cortesse.
No extraña, pues, que se entiendan entre ellos ;)
Uy no se me ocurre nada, pero habrá que poner algo porque sino no vamos a pasar la barrera de los tres.
A los demás lectores, tomad ejemplo de José Antonio, que siempre anima ver comentarios en las entradas del blog.
Me gustaría decir que es sumamente entrañable la figura del protagonista y que en cierto modo, refleja algo que todos tenemos: un hartazgo del trabajo (mal empleado en ocasiones por nuestros superiores)y la necesidad de escapar de la rutina y disfrutar de unas vacaciones. El detalle de todo el pueblo por esconder los periódicos y por tratar de defender a su nuevo vecino...
Yo tuve la suerte de veranear en mi infancia en el pueblo de Ruidera, y las fiestas de verano eran idénticas a las que refleja la película. Todo un regreso muy emotivo a mi memoria como en el libro de Proust: "En Busca del Tiempo Perdido"
Bueno, se supone que todos los habituales tenemos que dejar nuestra huella en los comentarios, como me recordaron ayer los otros guardianes. Y yo ahora va y no sé muy bien qué añadir (Sí, estoy un poco espeso, es que son larochoymedia)
Diré sólo que cada vez que ves una película de Berlanga (sobre todo de la primera época) te reafirmas en la idea de que era un maestro, un genio de la cosa esta del cine. Y permitidme barrer para casa, con un caracter muy mediterráneo, muy valenciano si queréis, con el que yo me identifico bastante.
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