viernes, 13 de mayo de 2011

La vida desde el cristal


Propone: David
Comenta: José Antonio



No sé si el hecho de empezar hablando del paralelismo entre las carreras cinematográficas de Jack Lemmon y Tom Hanks podría considerarse una opinión del personaje de nuestro blog vecino "El Enterao", pero lo cierto es que entre ambos hay muchas cosas comunes. Y una de ellas es que ambos comenzaron siendo actores de comedia hasta que pegaron el salto al drama y lo culminaron con éxito. Otra, el hecho de que representan la encarnación del americano medio. En el caso de Jack Lemmom el salto fue con la película que hoy nos toca y que también fue la propuesta de David para nuestro cinegolfa. Estoy hablando de "Días de vino y rosas". Antes de entrar en materia, sólo quisiera añadir que las primeras comedias de Jack Lemmon fueron bastante mejores que las de Tom Hanks.



"Días de vino y rosas" fue todo un cambio de registro para Jack Lemmon como actor, aunque también para su director Blake Edwards (otro más habituado a moverse en el campo de la comedia). Después de ver Mad Men, es tópico hablar de lo mucho que se fuma en esa serie. Pero yo añadiré también lo mucho que se bebe. A las horas más intempestivas del día siempre están con la copa en la mano, sin hielo y a palo seco. En semejante ambiente es en el que se mueve el protagonista de "Días de vino y rosas". Una agencia de publicidad en la que el trabajo de relaciones públicas y la vida social provoca que uno siempre acabe con una copa de más. Así es como el personaje de Jack Lemmon y el de su esposa, interpretado por Lee Remick, acaban sumergiéndose en el problema del alcoholismo. Todo empieza como una inofensiva comedia romántica en la que chico conoce a chica. Sutilmente, el alcohol está presente en casi todas las escenas. De pronto, un día se encuentran con que la botella ha acabado dominando todas y cada unas de las facetas de su vida. El matrimonio se va hundiendo en una carrera hacia la autodestrucción, en la que llegan a perder cualquier atisbo de dignidad y abandonan todas sus responsabilidades con tal de conseguir un trago. Una adicción en la que se puede entrar fácilmente, pero de la que es muy difícil salir. No hay finales felices, ni atisbo de esperanza. Más bien de supervivencia y de tratar de seguir adelante. Eran comienzos de los añós 60 y todavía el consumo de drogas no estaba tan extendido, pero la película muestra un proceso de degradación del individuo muy similar. Es una historia de una crudeza nunca vista en una película de Blake Edwadrds, cuyas comedias con el paso del tiempo tendieron a hacerse menos sofisticadas y derivar al gag de dibujo animado.

De "Días de vino y rosas" existía antes un telefilme que pocos años antes había rodado John Frankenheimer para la pequeña pantalla, otro destacado director del que seguro que antes o después cae alguna peli en nuestro cineclub. También hay una obra de teatro que recientemente han interpretado por la geografía nacional Carmelo Gómez y Silvia Abascal. Para los curiosos, adjunto un video sobre una escena de la obra de teatro.






"Días de vino y rosas" en una película para entender qué es el alcoholismo y en el que aparecen todos los pasos que va dando quien padece esta adicción. Lo que antes era considerado en la sociedad como un problema de moral y orden público, aquí se presenta crudamente como una enfermedad. Hasta ese momento, lo habitual en el cine era mostrar al borrachín, como un personaje secundario y divertido, que ponía la nota cómica en momentos en los que había que rebajar la tensión. Edwards cambia radicalmente el modo de enfocar al borracho en el cine. Billy Wilder, otro maestro del séptimo arte, ya había tratado el problema del alcoholismo previamente en Días sin huella, pero como aún no la he visto no puedo opinar sobre ella. Destacaré también la banda sonora de Henry Mancini, el compositor habitual de Edwards, como Steven Spielberg tiene a John Williams y Tim Burton a Danny Elfman. Y esto es todo chicos, nos seguimos leyendo en el debate. (O al menos eso espero).


3 comentarios:

Pepe dijo...

Sí, un buen comentario, Jack Lemmon se sale, como casi siempre, y la comparación con Hanks me parece acertada, aunque no creo que el bueno de Jack acabara tan poderoso como es Tom hoy en día. Por lo demás el proceso de caída al infierno que vemos aquí está muy lejos del registro habitualmente tan edulcorado y "glamouroso" en el que vemos esa época...y que curiosamente Edwards se encargó de crear en otras de sus películas.

JULI dijo...

Muy completo y muy interesante el comentario. La verdad es que tengo poco que añadir, solo que, en mi opinión, la comparación entre el poder que tienen/tuvieron Hanks y Lemon, tiene la misma proporción que la calidad artística de ambos, aunque esta vez, el ganador sería Lemon.

J. Antonio dijo...

Bueno respecto al poder, será porque a Lemmon no le dio por hacer de productor. Poco ha hecho detrás de la cámara. Tiene una peli como director del año 70, con su amigo Walter Mathau de protagonista, y poco más. Siempre ha interpretado esos papeles de hombre corriente.
Respecto a lo lejos que está esta peli del estilo glamouroso de Edwards, pienso que quizá haya influido el hecho de que se trata de una adaptación de otro trabajo. Edwards al ser fiel a ese estilo se aleja del que nos tiene acostumbrados. Y desde aquí quiero romper una lanza a favor de las pelis con glamour y adulcoradas. No todo va a ser realismo sucio.