martes, 9 de agosto de 2011

Despertares



Propone: Miguel
Comenta:Pepe
Después de la avalancha de comentarios de José Antonio, y visto que nuestro otro comentarista habitual está ocupado en menesteres más agradables que escribir comentarios de películas, me parece que ya es hora de volver a ponerme ante la hoja en blanco (bueno ante la pantalla, porque escribo en ordenador como buen hijo de mi tiempo) para escribir unas líneas sobre alguna de las películas que tenemos pendientes de comentar, que no son pocas.
Bueno, como podéis ver, setenta y tantas palabras después, aún no he dicho absolutamente nada. Pero como ya sabéis que yo no doy puntada sin hilo, me sirve el primer párrafo de este artículo como ejemplo de la sensación que Juncos Salvajes (André Techiné, 1994), me dejó cuando la vimos en el Cineclub, por gentileza de Miguel: Una película que cuenta una historia que ya hemos visto mil veces, con cierta elegancia, y enrollándose hasta la saciedad, alargándose y alargándose sin sentido pero con sensibilidad hasta que termina abandonándote en una especie de sopor que a la vez tiene algo de agradable, como una siesta a la sombra fresca de uno de esos árboles del magnífico paisaje en flor en que tanto se recrea la película.
Y es que estamos ante lo que podríamos llamar una película primaveral, porque nos cuenta el florecimiento, el despertar a la sexualidad y a la vida de tres bellos adolescentes, dos chicos y una chica, en la Francia rural de los primeros años sesenta, con el trasfondo de la guerra de Argelia. La historia se sustenta en esa especie de peculiar triángulo amoroso que se crea entre los tres. El director, sin embargo, no se centra en las cosas que se dicen o en contar la peripecia de los personajes, sino en intentar transmitir las sensaciones de los mismos: los juegos de miradas, un roce que hace erizar la piel, un golpe de frío al tirarte al agua, la brisa en la cara de un paseo en moto, ese momento de la vida en el que todo es nuevo otra vez, en el que todo es a la vez tan fácil y tan difícil, juventud divino tesoro, carpe diem y demás zarandajas.
Es decir, el mismo tópico que estamos acostumbrados a adjudicar a todo el cine francés de autor, desde que éste existe. Y es verdad, para resumir, que Juncos Salvajes es una película impecablemente francesa, absolutamente hermosa, un poco autocomplaciente, contemplativa en demasía y de lento desarrollo, que hace lo mismo que muchas otras antes y después que ella, cae en el tópico y a ratos aburre, pero todo eso lo hace muy bien, y eso es decir mucho en los tiempos que corren.

6 comentarios:

J. Antonio dijo...

Vamos, un coñazo.

Pepe dijo...

Yo no diría tanto, tiene cosas interesantes pero sí que es pesadita.

JULI dijo...

A ver si mis menesteres, una vez estabilizados, me permiten seguir blogueando próximamente.

Yo no vi la peli en el cineclub, no recuerdo el motivo, pero cuando me dijeron que habían puesto esta película sentí gozo en mi interior, no por saber que tendría que verla, sino por el recuerdo de una noche viendo La 2, en que el sopor hizo estragos en mi y me quedé durmiendo, que no dormido (Cela dixit), y cuando entreabría los ojos y confirmaba que aún no había terminado la película, venían a mi mente las palabras de José Antonio del primer comentario.

Pepe dijo...

Hay muchas formas de quedarse dormido, y decididamente algunas son mejores que otras, para mi entre las buenas está esta peli.

Otra vez yo dijo...

El comentario se titula despertares, pero parece que es todo lo contrario, debería haberse llamado adormecimientos ;D

J. Antonio dijo...

Bueno, para que no todo sean cosas malas. La novedad que aporta esta peli sobre el despertar sexual es que uno de los adolescentes es homosexual. El amigo se lo monta igual con él que con la amiga, así que no hay una mirada tan inocente.