jueves, 23 de febrero de 2012

Cuento para el Opus 35 de Tchaikovsky

Propone: Amalia
Comenta: Rubén



¿Qué sería el cine sin música? Probablemente un telediario.
Las siete notas han acompañado al séptimo arte (“siete notas, séptimo arte” ¿coincidencia?) desde los albores del celuloide cuando un triste piano, a la lánguida luz de unas velas, aderezaba los primeros fotogramas en directo.


En esos días, Morricone, Goodwin, Williams y demás no eran ni una sombra todavía en el limbo de los “non-natos”, y sin embargo las mejores composiciones musicales de los dos últimos tercios del caduco siglo XX proceden del cine.

El cine nos cuenta una historia, pero ¿puede la música hacer lo mismo? La respuesta la considero obvia: sin duda. Cualquiera que escuche, por ejemplo, con un poquito de atención la 1812 del maestro ruso Tchaikovsky percibirá dos ejércitos, un frente de batalla, una contienda (incluidos los cañonazos) y una victoria con sus salvas incorporadas. Y todo esto porque la música transmite acontecimientos y sentimientos. La música transmite pasiones sin hablar, la música es otra forma de lírica, la música es una poesía internacional al carecer de palabras.


Y hablando de cine, de música, de rusos y de Tchaikovsky, nuestra amiga Amalia se presentó en el cineclub con la película “El Concierto”, película del año 2009, coproducida por media Europa (Francia, Bélgica, Rumanía e Italia) que obtuvo el David di Donatello a la mejor película de la Unión Europea en ese mismo año. Este largometraje cuenta una dulce historia, un cuento moderno, con su milagro en el final incluido.


El que otrora fuera el director de la orquesta del Bolshoi, en el teatro homónimo (a la sazón el protagonista), degradado a chico de la limpieza por haberse negado a despedir a unos intérpretes gitanos y/o judíos que formaban parte del elenco de músicos del teatro más famoso de Moscú en plena era comunista, decide un buen día y por azar del destino (llamémosle, por ejemplo, Fax) suplantar la actual orquesta y reunir a su vieja trouppe y actuar en el Teatro parisino del Châtelet. Le ayuda en esta descabellada empresa su amigo, el antiguo contrabajista despedido (y no es lo mismo ser contrabajista del Bolshoi que contrabandista del Bolshoi, hecho por el que hubiéramos entendido todos que lo despidieran de la orquesta, pero no por su raza o religión), y para acrecentar el clímax, su otro cómplice es un comunista nostálgico, el mismo que lo denunció años atrás, y que actúa de representante. Y claro, la obra a ejecutar en el foro parisino es una sencillita, de Tchaicovsky, el Concierto para Violín, con lo que se necesita además de una orquesta en plena forma y bien afinada, un violinista solista.


A partir de ahí, todo son peripecias que le sirven al director de la película, Radu Mihaileanu, para crear situaciones de denuncia y crítica social entre el Oriente y el Occidente europeo con una visión cómica, mostrando ciertos tópicos de la actual Rusia y de los directivos europeos. Peripecias y aventuras que van in crescendo desde la ardua labor de reunir a la antigua orquesta hasta un suceso casi insospechado en la misma noche del estreno.
Por otro lado hay una historia subyacente con la violinista solicitada por el director que no se desvela hasta el final de la película.
Y como yo he llegado al final del comentario, querido lector, si quieres saber qué ocurre te emplazo a que veas la película,  y quizá la música te revele algún aspecto que tuvieras escondido...

11 comentarios:

J. Antonio dijo...

Música y cine han ido juntos desde el principio. El cone mudo ruvo que usarla porque sin ella la gente era incapaz de seguir la historia. Si ya con sonido nos cuesta estsr callados, imagiinad con una sala hasta arriba y sin que se diga nada durante toda la proyección. Continuará...

Víctor dijo...

Creo que fue Giménez Rico, director de cine y participante habitual del desaparecido programa "Qué grande es el cine", quien contó que él hizo la experiencia de ver "Vértigo" sin sonido, sin banda sonora. La película seguía siendo indudablemente una gran película, pero le "faltaba algo". Puede ser (ya comenté que Herrmann consideraba su trabajo como parte esencial del resultado), pero yo creo por ejemplo que "Recuerda" incluso ganaría con una banda sonora reducida.

No encuentro ningún problema en concebir una sala silenciosa durante toda una proyección (es cierto que guardar silencio cuesta un poco, pero es un deporte que compensa). De hecho, en los propios conciertos (y algunos duran horas) nadie dice nada. Buñuel --de nuevo Buñuel, que como todos sabemos no oía muy bien-- lo decía muy sencillamente: "Mire allí, donde habla esa pareja. ¿Usted escucha música?"

Rubén, sabes que no estamos totalmente de acuerdo en cuanto a la capacidad narrativa de la música. Hagamos escuchar una música todo lo descriptiva que queramos a un público cualquiera y preguntemos por la historia que cuenta. No habría dos versiones iguales...

Por lo demás, lo único que echo en falta en tu texto, muy bien escrito como siempre, es mayor hincapié en lo que yo personalmente he captado como fundamental, a saber, esa historia un poco consabida de panda de perdedores aplastados por la vida que se redimen, obtienen su revancha alcanzando su apoteosis y vuelven a confiar en sí mismos. En ese sentido la peli funciona perfectamente, al menos conmigo, lo confieso; sin embargo, no deja de constituir una oportunidad de gran comedia que se extravió un poco en lo demasiado previsible.

J. Antonio dijo...

Victor puede que no concibas problema en imaginar una sala llena de gente y que nadie hable, pero el hecho es que pasaba y sin la música la gente perdía el hilo. La música engrandece las historias hasta el punto de que películas mediocres han hecho historia por su banda sonora. La música se recuerda, pero al ver la peli resulta que no era tan buena o más bien descretilla. Cada director tiene a su compositor de cabecera hasta el punto de que la música define perfectamente su obra. (continuará)

Rubén dijo...

Nosotros podríamos intentar las dos cosas; a saber: ver una película en el cineclub sin que nadie hable durante su proyección (incluidos los teléfonos) por una lado, y ver una película sin banda sonora.

Cuando alguien va a un concierto hay mayor silencio, es cierto, que en una sala de cine. Puede esto deberse a que concebimos ese evento puramente sonoro y al hablar entorpecemos la comunicación, mientras que por su parte el cine lo clasificamos como arte visual y ya no entorpece el habla a la comunicación pues se percibe por sentido diferente.
Aún asi, es interesante analizar el hecho de que en los museos, la gente suele susurrar y no hablar en voz alta.

JULI dijo...

Rubén, no estoy en absoluto de acuerdo con la afirmación de que dos tercios de las mejores composiciones musicales del siglo XX proceden del cine.
El siglo XX, musicalmente hablando ha sido una eclosión de diferentes formas de ver e interpretar la música. Es el siglo de los Beattles, Elvis, Aretha Franklin y tantos otros. Te pueden gustar más o menos, el rock, el pop, el rap, el house, el charleston...
Muchas de sus composiciones han sonado en el cine, pero normalmente después de aparecer en discos.
Parafraseando a Barón Rojo (1.981):
LARGA VIDA AL ROCK'N'ROLL

J. Antonio dijo...

Julian creo que Rubén se estaba refiriendo a la música clásica. Ahí si que ahí que decir que las mejores composiciones se han hecho para el cine. También podemos hablar de las tonadilleras como la Pantoja, pero eso es otra cosa.

J. Antonio dijo...

Bueno como veo que sigue sin animarse nadie a comentar, continúo con las ideas y pajas mentales varias que se me han venido a la cabeza leyendo este comentario.
Oyendo música sola, al igual que Victor también soy incapaz de traducir qué es la historia que me cuenta. Al leer con música, veo si la composición se ajusta o no a la historia que sigo. Cuando no pega, la verdad es que es más bien ruido de fondo. Cuando encajan, a veces como que lees más rápido.
Hay veces que el tipo de música no es precisamente el que le pegaría a la historia. Pero los contrastes pueden dar efectos muy interesantes. Por ejemplo, leí Watchmen escuchando la banda sonora de La lista de Schlinder y la verdad es que el efecto le daba un tono más melancólico a la historia de la que tiene con la banda sonora que le puso Zack Snyder (que es muy buena también).
Hay veces que el efecto pude quedar genial cuando la música no tiene absolutamente nada que ver las imágenes que estamos viendo. Creo que casi todas las pelis de Alex de la Iglesia tienen alguno de esos momentos (otro director que ha salido en este ciclo). Pongo este video como ejemplo de lo que quiero decir.

http://www.youtube.com/watch?v=NDRPc_TOfbI

Y creo que de momento eso es todo. Animaos, comentad, comentad...

Pepe dijo...

Yo no me he puesto a comentar antes porque ya sabéis que no me gusta hacer críticas negativas, y la verdad es que la película me pareció tópica y típica, facilona y hasta un poco hortera. Supongo que aquí la versión original (como siempre que hay personajes hablando en distintas lenguas) hubiera ayudado bastante. Igual yo tenía un mal día y debería verla otra vez, que eso también influye...

En cuanto a lo que comentáis de la música, yo también creo que las mejores páginas de la música del siglo XX son cinematográficas en cuanto a música "clásica". Pero no me gusta la distinción entre "clásica" y "popular", porque no puede ser nunca una división exacta. ¿Acaso no son auténticos clásicos algunos temas pop y rock del siglo XX? Sin duda sí, como en su día, por ejemplo, los valses de la familia strauss eran composiciones de música pop destinadas a las pistas de baile, pero en el siglo XIX...

Luego no me digáis que no comento, eh, que menudos rollos meto.

J. Antonio dijo...

Bueno, ahora que lo pienso, no he dichonada de la peli. Yo estoy más en la opinión de Pepe que es más bien del montoncillo, pero tampoco diría que es mala. Se puede ver. No por meter a Tchaikovsky en la banda sonora tiene que ser una obra maestra. Y ya que estamos con Tchaikovsky por ejemplo me resulta cuanto menos peculiar que "esto" sea la banda sonora de Drácula:

http://www.youtube.com/watch?v=dxAEQgCuY4c

A lo menor la expresión música popular no es muy afortunada, pero sí que creo que hay una distinción clara de géneros en los tipos de música que hay.

Víctor dijo...

En el siglo XX entraron en escena muchas manifestaciones musicales hasta entonces desconocidas. No sólo la música para cine es un invento del siglo, también el jazz, el rock, las músicas étnicas, han irrumpido junto a la música de tradición clásica (hoy llamada "música contemporánea") para configurar un paisaje muy rico. Todas cumplen su función, pero algunas siguen siendo casi desconocidas. Por poner ejemplos, tanto el jazz como (me atrevería a decir que sobre todo) la música contemporánea han sido muy poco difundidas, por diversas razones. Músicos que han desarrollado su obra, muchas veces de novedad y belleza apabullantes, en la segunda mitad del siglo XX son simplemente ignorados. Esto es una pena. Como dijo de forma inolvidable el italiano Luigi Nono, autor entre otras de "Prometeo", "Ricorda cosa ti hanno fatto in Auschwitz", y "No hay caminos, hay que caminar... Andrei Tarkovski", entre otras: «Es muy difícil escucharlo. Es muy difícil escuchar, en el silencio, a los otros. Otros pensamientos, otros ruidos, otras sonoridades, otras ideas. A través de la escucha, intentamos habitualmente encontrarnos a nosotros mismos en los otros. Queremos encontrar nuestros propios mecanismos, nuestro propio sistema, nuestra racionalidad, en el otro. Hay en esto una violencia totalmente conservadora. En lugar de escuchar el silencio, de escuchar a los otros, esperamos escucharnos todavía una vez más a nosotros mismos. Esta repetición es académica, conservadora, reaccionaria. [...] Amamos el confort, la repetición, los mitos; amamos escuchar siempre la misma cosa, con sus pequeñas diferencias que nos permiten demostrar inteligencia. Escuchar música. Es algo muy difícil. Creo que hoy en día es un fenómeno raro. Escuchamos habitualmente de un modo literario, escuchamos lo que ha sido escrito, nos escuchamos a nosotros mismos en una proyección.»

Dar forma al sonido interior, hacer posible una "nueva escucha" (nuovo ascolto), "otras escuchas" (altri ascolti). En definitiva, y según sus palabras en 1983: "Despertar el oído, los ojos, el pensamiento humano, la inteligencia, exteriorizar lo más profundamente interiorizado".

Rubén dijo...

Como ya se ha dicho, cuando me refería a música, me refería a música instrumental, o mejor dicho a música orquestada. Y al hilo de lo que decía Julián, he escuchado una versión del "Yesterday" de los Beatles orquestada y suena francamente bien.

El enlace de José Antonio sobre el Drácula con "EL Lago de los Cisnes" (casualmente de Tchaikovsky también) ha sido para mí toda una sorpresa. Es cierto que esta obra tiene algunos pasajes un tanto negros (como la película "Cisne Negro") que pueden evocar a un despliegue de alas o de capas, pero eso ya son elucubraciones mías.

Y evidentemente, una película no es buena o mala porque suene tal o cual compositor en su banda sonora.

Seguramente, y espero que los artistas del grupo empiecen a comentar, la música clásica tuvo un período de crisis desde la I Guerra Mundial y buscó refugio en ese nuevo arte llamado cine.