lunes, 20 de febrero de 2012

El indignado Truman Burbank


Propone: Rubén
Comenta: Pepe

Érase una vez un muchacho cuya vida era tan perfecta como cualquiera pueda desear: tenía una amante esposa, una madre abnegada, un amigo del alma, agradables vecinos y un idílico lugar junto al mar donde vivir y trabajar. Era, en suma,  tan libre de hacer cualquier cosa que se propusiera que libremente optaba por no hacer ninguna otra cosa, salvo agradecer a un Dios bondadoso que hubiera puesto un mundo tan perfecto a su alcance.


Hasta que un día empezó a darse cuenta de que en realidad vivía bajo un severo sistema de control que le vigilaba y le constreñía, que no le dejaba ser él mismo y que boicoteaba sistemáticamente cualquier intento por desviarse del camino que había sido trazado para él desde alguna otra parte, y al servicio de a saber qué intereses. Fue pensando paulatinamente que todos conspiraban en su contra, que sus decisiones, aparentemente suyas, no lo eran en absoluto, que los que manejaban los hilos de su vida seguirían manejándolos sin piedad. En suma, que ni su vida era idílica, ni su libertad era real. Que en alguna parte había un Dios malvado al que había estado agradeciéndole sus cadenas.


Y claro, el muchacho se indignó, y mucho. Y se rebeló. Muchos otros hicieron algo parecido hace unos meses, un 15 de mayo, creo, y se pasaron un tiempo acampados en plazas hasta que telefónica hizo un spot que los absorbió para el sistema y el movimiento se diluyó hasta convertirse en una anécdota molona que contarle a los nietos. También se llamaban a si mismos indignados.

Pero esa es otra historia, o bien otra lectura, bastarda si queréis, de la película que hoy nos ocupa, que no es otra que El show de Truman (Peter Weir, 1998), aunque me sirve para explicar la intención de este comentario, que es demostrar, dicho llanamente, que a esta película se le puede sacar mucha punta.


Porque el show de Truman es una de esas películas que esconde, bajo un aspecto de divertida comedia con su punto dramático, una cantidad nada desdeñable de capas de sentido, de lecturas posibles, de ricas interpretaciones desde diversas ópticas y disciplinas. La más evidente es la crítica a los medios de masas y en particular a la moda de los "realitys". También hay un certero análisis de los mecanismos de control del poder, de lo cual ya dijimos algo en los comentarios a propósito de Canino (Giorgios Lanthimos, 2009) y al principio de este escrito. Sin olvidar la carga filosófica (se mencionaron el famoso mito platónico y los nombres de Nietzsche y Dios en el debate que siguió a la proyección) e incluso la psicoanalítica (¿Qué hubiera dicho Slavoj Žižek en su The pervert’s guide to cinema (Sophie Fiennes, 2006) sobre el particular?). Así pues, nuestro Truman (un solvente Jim Carrey) se indigna contra un personaje excepcional que es a la vez realizador, tirano, demiurgo y padre, entre otras cosas, llamado Christof (grandioso Ed Harris), que es quien prácticamente sustenta la película entera sobre sus hombros.
Dicho lo cual añadiré, ya para finalizar y para dejar paso a las interpretaciones de cada lector en la zona de comentarios, que encima la película está muy bien hecha. Del guión a la realización, pasando por la dirección de arte, la música o el reparto, todo suma para hacer de esta una gran película.   






12 comentarios:

J. Antonio dijo...

Bueno yo diría que fue la peli la que abrió el camino a los realitys. Gran hermano fue posterior a ella. El show de Truman pretendió enseñarnos el camino de la indignación, pero otros malinterpretaron el mensaje haciendo que nuestras teles estén llenas de macarras de gimnasio y chonis que aspiran a ser famosos, compitiendo en imbecilidad con sus espectadores. He dicho. Y gran película y gran comentario.

Pepe dijo...

Pues es verdad, Jose, contrastados los datos en mi amada wikipedia, el show de Truman es del 1998 y el primer Gran Hermano (el holandés) se empezó a emitir en septiembre de 1999. Así pues, no era en su momento una crítica a los realities, es casi una distopía que se cumplió a los pocos meses.

Esto me hace pensar en cómo cambia la lectura de una peli vista en según qué momento, y también en cómo es posible que no existieran programas de telerrealidad hace apenas quince años, me parece imposible que telecinco pudiera llenar su programación sin sus generadores de basura actuales!

J. Antonio dijo...

Hicieron todo aquello que la peli denunciaba, o no entendisron nada o son asi de chulos.

Rubén dijo...

"Omnia vincit amor", como dijo el poeta de la Eneida en las Églogas. Y así abrimos una nueva línea de lectura e interpretación porque por muy hiladas que estuvieran las acciones de Truman, los sentimientos no se pueden controlar desde la Luna.

JULI dijo...

En lo primero que he pensado al leer el post es lo que que comenta Jose Antonio en su primer comentario. Fue precisamente en El show de Truman en quien se inspira Gran Hermano y todos sus sucedáneos, como Granjero busca esposa y otros hitos de la telebasura actual.
Podría decirse que la idea de El show de Truman en lo que se basa realmente es en el 1984 de Orwell, aunque el protagonista del libro, más que un indignado, es un proscrito.
La novedad es que en la película, a diferencia del libro, es la sociedad (los teleadictos) quien controla a un personaje, aunque haya un maestro de marionetas, mientras que en la obra de Orwell es un individuo el que controla a toda la sociedad.

J. Antonio dijo...

A Truman le obligan a vivir una vida que él no ha elegido y todos aquellos que sufren tanto por lo que le ocurra deben saber que Truman dejará de sufrir simplemente con que ellos apaguen la tele y dejen de seguirle. En Gran Hermano todos se encierran en la casa voluntariamente porque quieren ser famosos. La épica de Truman está en la lucha por su libertad. En Gran Hermano sólo hay mediocridad y por tanto, no me interesa. ¿Qué quieren ser famosos? Pues yo quiero ser millonario, así que ala a pagarme todos. Quien me conoce sabe que llevo años diciéndolo y el tiempo no ha hecho otra cosa que darme la razón.

Pepe dijo...

Vayamos por partes:

José Antonio: Estoy bastante de acuerdo con lo que dices, pero entonces el problema no es moral sino estético (es cuestión de mal gusto) pues se supone la libertad de los participantes como la de los televidentes.

Julián: No estoy de acuerdo, la sociedad no maneja nada. Los televidentes son un público, no una sociedad ni un pueblo, ni siquiera son una masa (en términos orteguianos) son espectadores pasivos, y su única libertad es encender o apagar (como dice José Antonio) aunque pocos la ejerzan, tan 1.0 ellos...

Rubén: El amor en este caso también se manipula, no olvides que en un principio la chica está tan en el ajo como los demás, es una actriz puesta ahí para que Truman sienta eso por ella, pero se les va de las manos cuando resulta ser una activista...

Rubén dijo...

La chica, creo yo, que es una figurante más, como el resto de extras que "viven" en Seahaven y resulta ser una activista, pues ya lleva la chapa en la solapa desde pronto. Pero yo me refería que por mucho que alguien intente manipular tu vida, tus sentimientos no los puede tocar.

Pepe dijo...

Anda y que no. De hecho, la forma más extendida, sencilla y efectiva de manipulación es la emocional.

Rubén dijo...

Sí, muy cierto. Pero de ahí a intentar enamorarte de quien diga Producción y no de quien diga tu propio "cuore" hay un gran salto.

Y de hecho Truman alcanza una vida marital con la mujer "impuesta", pero queda bien patente en la película que su amor pertenece a la otra.

¿Y del simbolismo de la escalera al final de la película nadie va a comentar nada?

JULI dijo...

Con lo de que la sociedad controla al personaje, quizá lo he expresado mal. A lo que me refiero, es que con su actitud pasiva, son cómplices. Ellos son parte del Gran Hermano, porque ellos participan, aunque sea pasivamente, en la vigilancia de Truman. Que el "maestro de marionetas" manipule mostrando solo la parte que quiere que se vea, es otra parte del entramado. ¿Que engaña a los televidentes? Si la primera vez te engañan no es culpa tuya, pero si te engañan la segunda, sí lo es.
Es el consumo de un producto el que propicia que ese producto se fabrique. Si no queréis consumir telebasura, haced como yo, que he quitado Telecinco de mi televisor.

Pepe dijo...

Bueno, esa es la vieja historia de la pescadilla que se muerde la cola, o de si lo primero fue el huevo o la gallina, la gente ve lo que se produce y se produce lo que la gente ve. La forma de medir las audiencias también se podría poner en entredicho. Al final se producen los programas que los anunciantes quieren para poner sus anuncios entre ellos, otro factor que a menudo se obvia. Sea como sea, la televisión, como medio anticuado, que lo es, se basa en la pasividad del televidente, es la típica relación de vector unidireccional (si intentamos una representación gráfica, una flecha al fin y al cabo, en la cual el feedback es casi inexistente) Tan distinto de lo que es el futuro, y el presente, la estructura en red, en la que se confunden los creadores de contenidos y los receptores, en la que el papel del espectador es más activo y hay más que retroactividad: todos pueden ser emisor y receptor a la vez.

No quiero explayarme mucho, que opino, como José Antonio, que el autor del post no debe aparecer mucho por los comentarios, pero sólo quiero añadir, una vez hecha la descripción del fenómeno, que la nueva estructura tampoco está exenta de peligros y de manipulaciones varias, pero eso, como suele decirse, ya es otra historia.