viernes, 13 de septiembre de 2013

Terror indignado

Propone: Julián
Comenta: José Antonio



“Arrástrame al infierno” fue la última propuesta de Julián para nuestro Cineclub. Una obra que supone el regreso del director norteamericano San Raimi a sus orígenes: el terror y el humor gamberro, de los que su máximo exponente es la trilogía “Posesión infernal”. Uno de los aspectos más destacables de esta película es su total falta de pretensiones. Simplemente es una especie de autohomenaje a las primeras obras del director, con un marcado espíritu de serie B y realizada en medio de otras superproducciones de Raimi como “Spiderman 3” y “Oz”.




Creo que no es casualidad el que la protagonista sea una apoderada de un banco que ordena el desahucio para una anciana que dejó de pagar la hipoteca a causa de una enfermedad. Una realidad que tristemente podemos ver no sólo en Estados Unidos, sino en cualquier país azotado por la crisis. La respuesta de la viejecita, que resulta ser una bruja, es echar una maldición a la persona que la ha humillado y la ha dejado sin casa, por la que la vida feliz de nuestra protagonista se ve alterada al ser acosada por un demonio cuyo propósito es arrastrarla directamente al infierno. En realidad, hacer la vida imposible al del banco se trata del sueño secreto de muchos desahuciados que ven como el derecho a la pataleta es la única respuesta que les queda tras perderlo todo.


El personaje que interpreta Alison Lohman aguanta todo tipo de perrerías a lo largo de la película. Parece que le ha tocado llevarse todos los palos que los ciudadanos indignados tienen reservados a los males de la banca. Pero es que su personaje tampoco es tan inocente y angelical como parece. Tenía la posibilidad de demorar el pago de la hipoteca a la anciana. Sin embargo, el hecho de que se esté jugando un ascenso dentro del banco y el que la mujer sea físicamente repulsiva, provocan que acabe siendo implacable a la hora de tomar su decisión, sólo para demostrar a su jefe que es capaz de tomar decisiones duras. También hay un proceso de deshumanización en su lucha para liberarse de la maldición y,  al final, veremos cómo acaba descubriendo que es capaz de cualquier cosa.


A los sustos por doquier, se suma el que a la boca de la protagonista caen todo tipo fluidos, a cual más asqueroso, en diferentes escenas. Hay algún momento que está calcado de “Terroríficamente muertos”. Y como en aquella, algunas situaciones terroríficas se usan más con fines cómicos que para asustar al espectador. Como el Coyote de El Correcaminos, vemos cómo el director le tiene reservado todo tipo de perrerías y maldades que van in crescendo, como si se estuviera riendo de lo que le tiene reservado. En algunas escenas se juega con el desconocimiento de cuánto de lo que ocurre es real, o son autosugestiones de la protagonista.

Con esta película, Sam Raimi vuelve a ser el niño gamberro que fue durante sus primeras obras, para que gocemos del secreto placer de someter a todo tipo de vejaciones a quienes se encargan de ejecutar nuestras hipotecas. Y es que en el fondo, Sam Raimi es otro indignado más de estos tiempos que nos ha tocado vivir. Quién sabe, igual el día menos pensado tenemos secuela, con la historia de otro empleado de banca al que un ciudadano que perdió todos sus ahorros porque compró preferentes le echó una maldición.




6 comentarios:

Rubén dijo...

A mí me gustó esa mezcla de miedo-risa y susto-cómico que hay en toda la película.

Víctor dijo...

La cuasi-orden que tenía era decir que no. Siempre hay una opción, pero la triste verdad es que la mayoría de nosotros seríamos capaces de casi cualquier cosa por el dinero, por un trabajo o un ascenso. "The banality of evil", que decía Hannah Arendt.

Así, se fue al infierno, incluso antes de que la arrastraran. El humor, exagerando las consecuencias, es saludable y a mí también me gusto.

J. Antonio dijo...

¿Dónde están los detractores de la peli?

Víctor dijo...

Vamos a ver, la película no es precisamente una cosa "imprescindible", como se suele decir. Pero en tu comentario destacas la cuestión social y el lado gamberro, y eso me ha gustado. El pecado de la protagonista, su egoísmo cotidiano, es castigado --por venganza-- nada menos que con el infierno a corto plazo. Las consecuencias, todavía en este mundo, son grotescas. Encima se puede librar con sólo pasarle el muerto a otro, y al final le da igual quien sea. Pero no lo consigue, la maldición se cumple y el infierno se revela en su imaginario tradicional, subterráneo, de llamas eternas.

La primera vez que ví esta película tuve la sensación de que el argumento era un pretexto para la bufonada, y ahora después de leer lo que has escrito le doy al menos una vuelta de tuerca, independientemente de sus intenciones. Porque sabemos que, hagamos lo que hagamos, el infierno no se va a abrir bajo nuestros pies, y que la justicia es a menudo tan azarosa como arbitraria.

Rubén dijo...

José Antonio, no puede haber detractores, todos los que estábamos en esa sesión ya hemos opinado jajaja.

J. Antonio dijo...

Entiendo la ironía pero todos no han hablado