Ciclo: II
Propuso: Iván
Rememora: José Antonio
Hoy nos toca otro hito de los Golfa Remember. Empezaré diciendo que se creó un premio expresamente para esta película. Al final, no se lo llevó por culpa de una votación claramente injusta, pero eso es otra historia. Algún día el tiempo hará justicia y pondrá a esta obra justo en el sitio que le corresponde.
Tengo que decir que he vuelto a ver la película para poder hacer este comentario con un mínimo de rigor y total objetividad. No os preocupéis si creéis que divago, pero todo este rollo que estoy metiendo tiene un propósito. Creedme. Tras este nuevo visionado, he sentido exactamente las mismas sensaciones que tuve la primera vez que la vi. ¡Ay qué recuerdos los de aquella tarde de domingo en el Golfa! (Como esa semana tuvimos nuestra primera entrega de premios, pusimos el Golfa en domingo). Todos atravesamos un torrente de sensaciones intensas durante la proyección. De hecho, desde ese preciso día, cada vez que viene un invitado siempre suele tener especial interés en saber si es Iván el que va a poner la película. Así nacen las leyendas.
Sé que es mucha responsabilidad la de escribir sobre una obra tan importante, por lo que no me decidía a emprender la tarea. Al final, me armé de valor y la pinché en mi cola de la Mula. El archivo tenía nada más y nada menos que 275 fuentes. Para el que no sepa de estas cosas, diré que son bastantes. Total que la peli se bajó en una noche. Y aquí estoy en mi primer día de vacaciones, solo en casa, con la oportunidad de volver a disfrutarla. A los quince minutos de película, me interrumpe una llamada de teléfono. Es un tal Mario González de ya.com. La verdad es que no sé qué coño vende, porque le colgué el teléfono antes de que empezara a echarme el rollo. Cuando más o menos llevaba una hora, nueva interrupción. Esta vez es mi padre que llega a casa. “Pero ¿qué coño estás viendo?”, dice. Y a la hora y veinte, acaba. Por fin.
¿Adivináis qué película es? ¿Por qué tanto rollo antes del comentario? Chico, no sé. Hay tantas cosas tan interesantes de las que se pueden hablar antes que de la película, que prefiero hablar de ellas. Perfectamente este comentario podría terminar aquí. Ya podéis dejar de leer porque ahora es cuando empiezo mi análisis.
Señoras y señores. Miembros y miembras. Con todos ustedes, “Pi. Fe en el caos”. Primer trabajo cinematográfico de Darren Aronofsky del año 1998. Imprescindible película de culto para unos, insufrible bodrio pretencioso para otros. La cosa va más o menos de lo siguiente. Max Cohen es un matemático que está obsesionado con encontrar una fórmula que permita predecir las fluctuaciones de la Bolsa. Encontrar la armonía matemática dentro del caos. Sin embargo, la fórmula que acaba encontrando le lleva al número Pi. Es la combinación numérica que lo controla todo. Es, en esencia, la realidad matemática de Dios.
El gran reproche que la religión siempre le ha hecho a la ciencia es que la reducción de la realidad a números no puede ser el único método de conocimiento. Hay realidades que los meros datos no pueden reflejar, como los sentimientos y las emociones. La ciencia dice que Dios no existe, porque no hay pruebas de su existencia. Los defensores de la fe dicen replican que la ciencia pura y dura no puede demostrar nunca la existencia de Dios. Según este principio, Dios existe porque la ciencia es un método de conocimiento imperfecto que no puede explicar ciertas realidades. Una de ellas, la divinidad. Pero hete aquí, que accidentalmente el insoportable protagonista de nuestra historia descubre accidentalmente a través de Pi el patrón de Dios en la creación. No sé que tendrá que ver Dios con la Bolsa. Pero, a juzgar por esto de la crisis, diría que a la Bolsa no la entiende ni Dios. La fórmula es tan compleja, que funde todo ordenador por la que pasa. Al protagonista, no se le ocurre otra idea que memorizarla en su cabeza. Desde el principio, sufre terribles migrañas. Una vez memorizado el número, estas jaquecas van a más. Son insoportables. Sólo le alivia la idea de calmarlas clavándose objetos punzantes en el cerebro. Mientras, le persiguen una corporación empresarial y una cábala judía que quieren hacerse con el control de la fórmula. Casi al final, nuestro Max se rapa la cabeza, y ¿sabéis qué forma tiene una cicatriz que encuentra en su cabeza? Pues eso, el símbolo de Pi. Claro, al final tiene que hacerse una lobotomía forzosa para extraerse este conocimiento de la mente.
Película rodada en un blanco y negro sucio, con banda sonora tecno rechinante, que busca deliberadamente inquietar al espectador. Escenas de sueños en los que aparecen cerebros en medio de la estación o en el lavabo. Moscas, cucarachas y bichos que se electrocutan en el complejo sistema informático que el protagonista tiene en su desastroso cuatro. Ordenadores que sueltan líquidos viscosos. Efectos todos que buscan causar este desasosiego mientras se pretende contar una historia trascendente. El problema es que Aronofsky no es Kafka y tampoco tiene ni idea de matemáticas. Es el inconveniente de tratar de ser pretencioso cuando haces tu primera película con 29 años. Porque en el fondo, es una chorrada más en la línea de El código da Vinci. Sólo que ésta está dirigida por alguien que se cree un Autor. Los monjes del Opus que van matando a tiro limpio, con el cilicio colocado en la pierna, aquí son sustituidos por cuatro trajeados de Wall Street y cuatro rabinos, que van persiguiendo al protagonista por una estación de Metro.
La primera vez que oí hablar de la película fue hace unos nueve años cuando todavía trabajaba en Benidorm. Me mandaron a hacer una entrevista a un chaval de Bellas Artes que había hecho un corto, inspirado en ella. Ay, ya vuelvo a divagar de nuevo. Pero es que hay tantos temas de conversación mejores. Dicen que la próxima del Aronofski es un remake de Robocop. En serio, está previsto estrenarla en 2010.
Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
6 comentarios:
Diosssssss! Digo, piiiiiiiiii!!!!!
Jose Antonio, has captado la esencia de la película perfectamente y consigues con tu comentario hacernos revivir esa horrible experiencia matemático-cinéfilo-religiosa que vivimos aquel día aciago. Y con aciago me refiero al desasosiego y la sensación de desagradabilidad que nos invadió viendo PI.
Además, he de decir que el comentario tiene un mérito doble, o un mérito mérito. En primer logar, por atreverte a ver de nuevo la película, y en segundo lugar porque para comentarla a mi me cuesta mucho decir más de estas 3 palabras: es una mierda.
Primero, gracias jose antonio por tu profesionalidad al visionar de nuevo la peli.
Segundo, gracias por hacer aún más grande la leyenda.
Tercero, intentaré ponerme las pilas con el blog de nuevo, si hay alguna peli que comentar decirmelo.
Y úlitmo, la venganza será terrible.
En dos palabras....
CABEZA BORRADORA.
Fdo: Iván.
Vaya... que ganas me están entrando de ver la peli... Y es que yo todavía no he visto un ivanazo! ¿¿¿De verdad existe eso???
Además, si José Antonio la ha visto más de una vez, tampoco debe de ser tan mala... ¿no?
Sólo diré una cosa: A los que vinieron el domingo a ver "que parezca un accidente" no creo que haga falta explicarles la diferencia entre una mierda y pi.
¿Que parezca un accidente? ¿Qué es eso? ¿Una película? ¿Fuiste a verla? ¿En serio? Menos mal que el domingo me quedé en casa. Creía que todos lo hicimos y que "eso" no había ocurrido.
Por cierto, Loreno si tanto interés tienes te la paso.
Insensata!
Ver PI es algo así como pasar de ser una persona normal a ser un auténtico friqui. O, ¿por qué crees que somos así? Jua jua jua!
Y si quieres ver Ivanazos, el mismo Ivan podría nutrir tus ansias de conocimiento, aunque recuerda: no se vuelve del Lado Oscuro...
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