Comenta: Rubén
Tengo un sueño recurrente cuya acción se
desarrolla in media res. Aparezco entrando en un túnel, bien una
caverna, bien el pasillo del interior de una pirámide (cosa harto extraña
porque nunca he estado en una pirámide), bien un tubo de un parque acuático o
cualesquier otros; es un paso angosto y estrecho y en un momento determinado me
quedo atascado, sin poder avanzar ni retroceder, con los brazos paralizados por
el aprisionamiento y la estrechez del lugar. No puedo mover las extremidades,
sobre todo las superiores pues las inferiores sólo me sirven para patalear. Me
empiezo a agobiar por culpa de una ansiedad extrema que nace en mí ante la
imposibilidad de movimiento y lo que es peor, ante la imposibilidad de
salvación, porque no pueden tirar de mí dado que no hay espacio para que los
que marchan antes puedan tirar ni margen para que los que van en mi pos puedan
socorrerme. Me colapso, me sube el ritmo cardíaco, me sacude el temor a perecer
atascado. Me despierto por dicha ansiedad, traspirado, con el corazón acelerado
y lo primero que hago es comprobar que puedo mover todos mis miembros, los
locomotores y los manipuladores.
Ante este panorama, cuando vimos 127 horas
mi corazón se sobrecogió y no pude disfrutar de la película por su semejanza
con mi pesadilla; gracias, Laura. Eso sí, esa noche dormí sin ningún problema.
127 horas es una película del año 2010, dirigida por
Danny Boyle (el mismo director de Slumdog Millionaire), protagonizada
por James Franco que cuenta la historia real de Aarón Ralston, de una manera
tan cercana a la verdad que el mismo Ralston comentó que es tan exacta que es
lo más cerca de un documental.
Pero, ¿quién es Aarón Ralston? Es un
escalador estadounidense que un día del mes de mayo de 2003 sufre un accidente
en una de las grietas del Blue John Canyon de Utah. Su antebrazo derecho queda
aprisionado por una roca, dejándolo inmovilizado. Y así permanece durante 127
horas las cuales fue grabando con su videocámara hasta que al final toma una
decisión que aunque traumática le salvó la vida.
Aarón era un chico autosuficiente,
independiente y autónomo que pasaba de indicar a la gente dónde se iba a
practicar su deporte favorito. Un día decide irse al Blue John Canyon, y una
vez allí conoce a unas chicas con las que traba cierta amistad, si bien es
cierto que se encontró con ellas en la vida real, sólo les indica cómo llegar
al lago subterráneo y no se baña con ellas, como aparece en la película;
pequeña trasgresión de la realidad que se le perdona al director (se lo perdonó
el Aarón real, no lo vamos a hacer nosotros). Después de ese último contacto
con seres humanos, sufre el accidente que antes hemos mencionado.
Durante su forzosa prisión, cual moderno
Prometeo encadenado a una roca, se enfrentará a sí mismo, a su propia capacidad
de superación, sufriendo día tras día (hasta un total de cinco) una
inmovilidad, una escasez de agua, unos delirios..., planteándose muchas cosas
de su vida pasada y hasta del porvenir. Pensando cómo salir de tal situación
con la única ayuda de su navaja multiusos, y finalmente decide una arriesgada
decisión. Y todo esto grabando con su cámara sus dolorosos momentos y
reflexiones.
La grabación existe, y el propio Aarón
escribió un libro: Entre la espada y la pared, al año de su accidente.
Por cierto, el muchacho, en una muestra de superación personal, todavía escala.
La película, a pesar de estar nominada a
varios premios, entre ellos en seis categorías de los Oscars y en ocho de los
BAFTA por mencionar algunos, sólo ganó el premio al mejor actor, James Franco,
en los premios Independent Spirit en el año 2010.
2 comentarios:
Para mi gusto, una peli correcta pero sobrevalorada. Danny Boyle tiene cosas mejores, aunque también peores. Y para mi James Franco siempre será Harry Osborn.
Pa habernos matao!
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