Propone: Amalia
Comenta: José Antonio
Falsos culpables que acaban en la
silla eléctrica. Individuos que cometieron un error y son pasto de la silla
eléctrica. Incluso personajes que han cometido los crímenes más execrables y
son malas personas pero de los que acabamos compadeciéndonos un poco cuando
descubrimos que tienen su corazoncito y son entregados al verdugo. El cine ha
tratado de muchas maneras el espinoso tema de la pena de muerte, pero
seguramente nunca de una manera tan original como lo abordó Berlanga en “El verdugo”.
Una propuesta de Amalia para nuestro cinegolfa y una de las obras maestras del
cine español de todos los tiempos.
Y es que nadie diría que la
comedia es un género para abordar un tema tan serio. Todas esas historias
anteriores estaban contadas desde el punto de vista del criminal. En la obra de
Berlanga lo vemos desde el otro lado. El de un hombre que por primera vez tiene
que aplicar la pena capital. No hay que olvidar que España se encontraba en
plena dictadura, un régimen en el que a las autoridades no les temblaba la mano
a la hora de dictar las ejecuciones. Y hay que tener mucho talento para burlar
la censura a la ahora de abordar estos temas. Berlanga elige un humor negro,
negrísimo, para decir que no sólo lo pasa mal el señor al que tienen que matar,
sino también el que debe de matarlo.
José Luis es un hombre corriente
de la calle. Su trabajo en una funeraria no da buen rollo para que consiga
entablar una relación. Pero al final acaba conociendo a alguien que lo tiene
más complicado que él, la hija de un verdugo. Porque si todo el mundo evita al
de la funeraria, pues al verdugo ya mejor ni tocarlo. Ni los guardias de la
prisión quieren saber nada de él y todos le dan la espalda. José Luis se verá
arrastrado a lo que parece un destino trágico. Al principio, se acabará
compadeciendo de ese señor mayor con boina tan simpático y al que todos rehuyen
por su condición de verdugo. Un Pepe Isbert que presume de que el garrote vil
es un sistema de ejecución más humano que la silla eléctrica o la cámara de gas,
que al fin y al cabo en uno le rompen el cuello al reo, mientras que en los
otros lo achicharran o lo asfixian. De esta manera, José Luis acaba liándose
con la hija, a la que deja embarazada. Ante esta situación, con una hipoteca
que pagar y una familia que mantener, no tendrá otro remedio que acabar
aceptando el oficio de su suegro, que se acaba de jubilar. Pero el problema de
José Luis es que no quiere matar a nadie. Y tiene pesadillas buscando noticias
de crímenes en el periódico, temiendo que le toque a él acabar ejecutando al
culpable. Reza para que no haya discusiones de tráfico que acaben en tragedia.
Y así llega al momento culminante en que debe ir a su primera ejecución en
plena luna de miel. Los guaridas civiles de la prisión casi tienen que llevarle
arrastras al patíbulo, mientras el reo camina firme a su destino final. Y éste
el destino trágico de José Luis. Una persona que no quiere matar a nadie por
muy malo que sea, pero debe hacerlo porque tiene que mantener a su familia. La
moraleja es que la pena de muerte es algo tan malo, que no lo quiere ni el
verdugo que debe aplicarla.
4 comentarios:
Genial crítica a la pena de muerte, pero sin duda tiene su valor en un sistema en el que ésta se da. Ahora pediría a Berlanga que está en los cielos hacer una tragicomedia semejante del profesor que tiene que evaluar, me identifico con el verdugo al que llevan a rastras!
Creo que el valor de la película trasciende el franquismo y que su mensaje es mucho más universal. Desgraciadamente la pena de muerte es una realidad vigente en muchos sitios, algunos de ellos superpotencias mundiales. Sobre los problemas con el alumnado hay muchas películas que abordan el tema, aunque con un mensaje opuesto a éste.Se me viene a la cabeza El rector, con James Belushi. Entre aquélla y El verdugo, me quedo claramente con la segunda.
Me parece una película perfecta. La idea de mostrar el horror desde el punto de vista del que lo inflinge, conmover al espectador y encima conseguir hacerlo desde la comedia es un prodigio. Berlanga siempre estuvo bastante pegado a la realidad que le rodeaba y al momento histórico. Por eso, quizás, sus últimas películas (como Todos a la cárcel)le salieron un poco esperpénticas de más, por el esperpento en el que nos hemos convertido.
Sobre lo de sus últimos despropósitos, no creo que se debieran al esperpento en que nos hemos convertido. En algunos casos vemos cómo algunos grandes creadores parece que se les apaga la magia y ya no saben trasmitirla, cayendo en una espiral de decadencia. Creo que la de Berlanga se apagó tras La vaquilla. Otros me dirán que antes. Lo que es unánime es que con El Verdugo estaba en forma.
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