Propone: José AntonioComenta: Juli
Se abre el telón y aparece Natalia Verbeke.
Surge un mientras tanto y de repente personajes van llenando la pantalla:
El abuelito romántico enamorado de su esposa enferma.
La abuelita en un centro especial para personas aquejadas de Alzheimer.
Son los novios.
El hijo de la novia, que da título a la película. Es un tipejo bastante asqueroso, adicto al móvil y al trabajo.
Naty, la Verbeke, la novia del hijo. ¿Cómo puede estar tan enamorada de alguien que pasa tanto de ella? ¿Es real el tópico de que cuanto más pasas de alguien y más lo puteas, más se cuelga de ti?
La nieta de la novia. Habla con tal acento argentino que no se le entiende una mierda.
La exmujer. Ha rehecho su vida con un tipo que va a comprar comida con pantalones cortos y calcetines largos. A veces parece que recuerde la frustración que le supuso enamorarse del exmarido.
El psiquiatra. No sale ninguno, pero como todos son argentinos, todos están o han estado en terapia. Además, todos ellos son un poco psiquiatras o psicólogos.
El amigo de la infancia: va perdido por la vida y se reencuentra con el protagonista. Es el típico graciosillo.
Y se van sucediendo escenas: que si el trabajo de Rafa (Ricardo Darín, el hijo de la novia), que si las visitas del viejito a su viejita, etc, hasta que se plantea la causa principal de la película: el anciano quiere casarse con su mujer, pero esta vez por la iglesia. Y como dijo Cervantes en la obra cumbre de la literatura mundial: amigo Sancho, con la Iglesia hemos topado.
A mitad de película, la transformación: Rafa tiene un infarto y de pronto, ya no le interesa el trabajo: le interesa la vida, su vida, los suyos. Por arte de magia, ahora es un tipo estupendo, encantador, jovial, divertido, y que pone ante todo a los suyos, a la gente que quiere. Vamos, como yo.
Todos sabemos que debemos trabajar para vivir, y no vivir para trabajar, aunque a veces queremos llenar huecos de la vida trabajando porque sintamos que está vacía (qué cosas más profundas digo!).
Sigue la película, blablabla, y al final, lagrimones de emoción.
Como reflexión personal, diré que la película es preciosa, muy bonita, y el drama de esta historia (el alzheimer) está tratado con una ternura exquisita, aunque la primera vez que la vi, se me caían unas lágrimas como puños y esta vez no. Aunque eso es una cuestión fisiológica y se debe a que actualmente, debido a mi reciente operación de alargamiento de …, ¡uy! quiero decir, mi reciente operación de la vista, lloro de fuera hacia dentro, con lágrimas artificiales para lubricar mis globos oculares, pero eso es otra historia.