Comenta: Rubén
Nunca llegamos a saber, y sospecho que ni
llegaremos, si realmente el ponente se equivocó de cinta o si fue un engaño
premeditado. Lo cierto es que la película Raising Victor Vargas se
conoce también bajo el título Camino a casa (Long way home) y
quizá aquí esté el origen de la confusión. ¿Quiso nuestro proponente
sorprendernos con Víctor Vargas o con el Camino a casa? El resultado fue que
acabamos visionando este film rodado en exteriores y con actores no
profesionales, estrenada en el año 2002 y que fue proyectada en el Festival de
Cannes de ese mismo año, en la sección Un Certain Regard, donde ganó la
película tailandesa Blissfully Yours, por si alguien quiere verla; y
siete años más tarde, la griega Kynodontas.
La película nos cuenta la historia de un
dominicano adolescente, todo un “cani” (camiseta de tirantes hasta en diciembre,
pantalones de chándal, cadenón de oro al cuello y chulería altanera), llamado
Víctor Vargas, que soporta un tórrido verano en el Lower East Side (supongo que
el lado opuesto a donde se desarrollaba West Side Story), vive con su abuela,
su hermano menor y otra hermana. Como buen “cani” que se precie tiene un status
que mantener, y en este caso es el de ligón de la plazoleta. Pero su
micromundo se desmorona cuando empieza a circular el rumor difundido por su
propia hermana (o no tan rumor) de que se ha tirado a la gorda del barrio, lo
que hace que su imagen pública, tan cuidada que cae en obsesión en esta
subespecie urbana, se devalúe como un denario en época de Aureliano. Para
restablecer su posición tiene la brillante idea de ligarse a la blancaflor del
Bajo-Este neoyorquino, la guapa Judy. Ni que decir tiene que la joven principessa
al principio trata de quitárselo de encima con la trillada mentira de: “Ya
tengo novio”, pero el tesón de Víctor y la necesidad de protección ante los
demás hombres del barrio conseguirán que cambie de opinión.
Y así la película trata de reflejar el
difícil paso de la adolescencia a la vida adulta en un barrio marginal de Nueva
York, que si ya es complicado per se, se torna en labor titánica cuando
se vive con una abuela “castrante”, obsesiva y vigilante, con ciertas aficiones
detectivescas, cual émula de Sherlock Holmes (cuidadito con los vasos) y un
tanto conservadora pues hay que ir a misa los domingos en familia, que piensa
que Víctor es una mala influencia para con su hermano pequeño, el joven Nino,
quien toca el piano (lo comento a modo de anécdota) y que está iniciándose en
la sexualidad siguiendo los pasos del pérfido Víctor.
Como ya se ha comentado, la película fue
interpretada por actores no profesionales, y merced a este hecho, en mi
opinión, la historia, aunque sea muy común, tiene una frescura y un ángulo de
vista distinto que le confiere cierta espontaneidad y cercanía con el público,
que siente la historia como más cercana.
Y si bien no pudo alzarse con el premio en Un
Certain Regard, el jurado del Festival de Cine de San Sebastián, la
Viennale y el Deauville film festival le reconocieron el mérito a esta película
de dos títulos.
4 comentarios:
¡Vaya con los reconocimientos!
Pues ante el público Golfa no tuvo tantos, la proyección asemejaba al ambiente de la película: marginal.
Corrientita. Más bien del montón. Estaba bien pero si te la pierdes tampoco pasa nada.
En su día me dejó buen sabor de boca, pero ahora mismo no recuerdo nada absolutamente de ella. Perfectamente olvidable, pero maja.
Ligón de plazoleta...je je.
Pelicula B B B.
Fdo: propone.
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