Comenta: Juli
Antes de ver esta película no me gustaba el ballet. Pero tras
la sobreexposición danzante que me supuso el verla, suscribo totalmente mi
opinión anterior. No es que me salieran sarpullidos, pero durante el visionado albergaba
la esperanza de que me venciera el sueño y no fue así. ¿Tendré la sensibilidad
artística de la mona Chita? Por lo menos ella, en Tarzán en Nueva York, hacía
maravillas con un pintalabios. Bueno, mejor voy a lo que nos ocupa y no me ando
por las ramas (uy, qué ingenioso: ¡Tarzán y las ramas!).
Win Wenders rodó esta película documental en 2011 a modo de
homenaje póstumo de la directora de una compañía alemana de danza contemporánea
fallecida en 2009 llamada Pina Bausch, que debía ser muy importante en su
ámbito profesional. Fue una de las precursoras de lo que se ha dado en llamar
la danza-teatro, pero yo me hubiera pasado toda mi vida sin conocerla de no ser
por la película que trajo Laura.
La película en sí es un recorrido de la vida de Pina a
través de sus obras, que junto con los comentarios de los bailarines de su
compañía nos muestra la semblanza de la artista retratada. Sin embargo, he de
decir que a mí me pareció muy aburrida y me daba igual lo que pasara y lo que
los personajes representaran, porque al ballet, sinceramente, nunca he
conseguido seguirle el ritmo.
Sin embargo, tengo que reconocer que al resto del Golfa sí
le podría resultar interesante cómo algunas secuencias podían interpretarse sin
necesidad de palabras, como la chica del traje de flores y la máquina de chorro
de aire, moviendo las hojas del otoño, en una alegoría del final de la madurez
y el paso a la vejez, o al final de la película, la escena en que una bailarina
echaba tierra sobre otra, podría ser la misma Pina escenificando su propio
entierro.
Mención aparte merecen la música que acompañaba a las
representaciones, que eso sí me gustó, con abundancia y variedad de estilos, la
puesta en escena, brillante y muy trabajada, tanto en los espacios cerrados
como en los entornos urbanos de Wupertal, su ciudad, y el vestuario, con sus
luces y sus sombras, escenas con todos los personajes en tonos grises, excepto
uno, destacando sobre el resto con una nota de color, y las bragas de las
chicas que me recordaban los calzoncillos Abanderado de mi padre. Reflexión
esta última que me retrotraía a los sábados de mi infancia cuando veía a mi
progenitor deambular por el pasillo hasta el cuarto de baño con esa prenda, un
pañuelo sujeto en la cintura con la goma de los mismos y una camiseta de
tirantes a juego.
4 comentarios:
Jajajajajaja, muy buen comentario, Juli, tu espontaneidad es encantadora y la película, aunque no pude ir, la he visto y me apasiona, la verdad, el ballet ha sido parte de mi vida muchos años y recuerdo tener todos los músculos de mi cuerpo en tensión, ¡además de los anímicos!! a lo largo de toda la película... Una gozadaaaaa...
Yo soy de la opinión de Pepe. En pildoritas de diez minutos, fascinante. Todo de golpe puede llegar a cargar un poco. Pero de todas maneras me gustó mucho más que otro documental de Wenders que padecí en el Golfa. El de la orquesta de salsa cubana.
Os paso el enlace a la Wikipedia con el metro aéreo de la ciudad de Wuppertal:
http://es.m.wikipedia.org/wiki/Wuppertaler_Schwebebahn
Pues estaba convencido de que mi opinión la había vertido aquí, pero se ve que no. Con tanto dispositivo uno ya no sabe dónde dice las cosas y a quien cosa que puede llegar a ser peligrosa.
El caso es que, como ya ha dicho él, coincido con José Antonio.
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