lunes, 8 de octubre de 2007

El gran Salto

Ante la trágica sumisión en la nada del anterior blog, inauguramos los comentarios cinéfilos con el de la película que vimos ayer.
Se trata de "El gran salto", un film de los hermanos Coen de 1.994, con un reparto de auténtico lujo , y es que siempre que aparece Paul Newman en una película, ya es un reparto de lujo. Le acompañan en el elenco Tim Robbins y Jennifer Jason Leigh, y varios secundarios marca de la casa como John Polito o Steve Buscemi.
La película trata de emular el espíritu de las comedias de Frank Capra, con sus ironías y su humor, trasladando la acción al Wall Street de los años 50, y dotando la narración de un estilo cercano al tebeo (es que me gusta más utilizar esta palabra que "cómic").
En la primera parte de la película se trata de recrear el universo particular donde transcurre la historia, y los Coen lo hacen de manera sublime, dotando la narración con una voz en off que nos lleva con gran maestría al mundo de los tiburones de las finanzas y de la jungla que se encuentra el ingenuo Norville Barnes en la Gran Manzana.
La segunda parte decae un poco, tal y como le ocurre al personaje principal, que de repente se ve en la cima del poder henchido de soberbia, y rápidamente se acomoda y se olvida de quién es. Ha colmado sus ambiciones y se ha olvidado de sus sueños. Las críticas de esta película remarcan que esta empieza bien, pero baja mucho conforme se va desrrollando la historia; desde mi punto de vista, el desarrollo de la película es como la misma evolución del personaje, consigue que tengamos la misma sensación de hastío que tiene el señor Barnes y queremos que vuelva a ser el mismo.
Al final de la película, él vuelve a ser él, y aunque es un tópico lo de chico se reconcilia con chica y viven felices y comen perdices, los espectadores también nos reconciliamos con los Coen, que nos arranca un aplauso cuando se cierra el telón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

...y según creo después el señor barnes se fue a Springfield y montó una central nuclear. De cómo se volvió amarillo hablaremos otro día. Por cierto, doy las gracias a Julián por tan amable crítica.