lunes, 29 de octubre de 2007

Billy Wilder que estás en los cielos

Hola Frikis! Perdonad el título de este post. Yo tenía un profesor en la Universidad que una vez nos corrigió cuando decíamos que cortar una película por la mitad para verla en dos sesiones de su asignatura era un sacrilegio. “En todo caso una perversión”, nos dijo, “el cine no debe ser considerado como algo sagrado. En realidad”, añadió, “nada debería serlo”. Me gustó la frase entonces y siempre intento seguirla cuando me pongo a postear. Prefiero el análisis a la reverencia, prefiero la razón a la fé. Así pues, considerad el título de este escrito como una referencia al discurso de Fernando Trueba en los oscars de 1993 y no como una declaración de intenciones.

En fin, al grano, que de rollo pseudo-filosófico-pajillero ya vamos sobraditos en la blogosfera. Lo que vengo a decir es que el otro día José Antonio trajo, en sesión fuera de concurso, una película maravillosa, una declaración de amor al cine (dirían los más cursis), a la vez que una descarnada crítica de los mecanismos de la fama. Una película de personajes mezquinos y ruínes a los que el director (soberbio, magistral, impresionate Wilder) trata sin embargo con compasión, a pesar de la despiadada ironía de muchos pasajes. Es cine negro, es romántico, es una historia de vampirismo, es cine dentro del cine, es, en suma, una película que lo tiene todo, de la que se podría estar escribiendo durante días, de la que siempre podrás decir algo más.

Otra cosa más que podría decir es que se trata de “El crepúsculo de los dioses”, y aquí os dejo unas gotas de tan exquisito perfume: El plano de Norma Desmond bajando las escaleras es uno de los movimentos de cámara más bellos y emocionantes de toda la historia del cine.




Y después de maravillarnos a todos con esta gran película, José Antonio ha repetido a Wilder en la sesión a concurso que le correspondía. Nos trajo "Uno, Dos, Tres" una comedia de diálogos rápidos y punzantes y acciones aún más rápidas ambientada en el Berlín de la posguerra y protagonizada por un James Cagney inmenso en su papel de director de la factoría berlinesa de Coca Cola. De la mordaz y ácida ironía del viejo Billy no se libra ninguno de los dos lados del telón de acero. Aunque a mi juicio le falta el toque amargo que hace tan especiales otras comedias del director de "el apartamento" (ganadora del premio golfa en su segunda edición), es una película muy recomendable y, sobre todo, extremadamente entretenida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

eres un monstruo pepe que currada, todo muy chulo y muy bonito, echo de menos la replicas del july,donde esta,el july que esta en los cielos